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Ninashpa, cerámicas en Santiago del Estero

Ninashpa: la oportunidad de la tierra en las familias de Santiago del Estero

Por: Lina Salas Ramírez Coordinadora de Comunicaciones Estratégicas CREAS lina@creas.org Ninashpa es en lengua quichua la unión de tierra y fuego. Ninashpa eligió llamarse en 2021 un grupo productivo de mujeres que elaboran cerámicas en Santiago del Estero, entre las Comisiones Municipales de Bandera Bajada, La Invernada y Vaca Huañuna. Es una de las iniciativas que hemos apoyado con nuestro Fondo de Pequeños Proyectos de CREAS. La historia de Ninashpa es, para mí, un poema de resistencia; una bella muestra de nuestra naturaleza humana y la organización femenina; creativa y colectiva. “En el año 2019, veinte personas de parajes rurales de Santiago del Estero y otras veinte de otras provincias del país (Santa Fe, Córdoba, Tucumán, Buenos Aires) realizamos un Campamento de trabajo productivo que giraba en torno al armado de huertas agroecológicas familiares. Lamentablemente el tiempo fue muy lluvioso esos días y poco se pudo hacer en las huertas. Pero esa dificultad abrió paso a una gran posibilidad que pudimos visualizar esos días: Nos acompañaba en el campamento Celina Veloteri, compañera ceramista de la Fundación EPyCA. Al tomar esos días contacto con el barro que estaba por todos lados, Celina se dio cuenta que con ese barro podíamos trabajar piezas de cerámica. Cerramos ese campamento con el horizonte de empezar a aprovechar esta oportunidad. En el año 2019 tuvimos nuevamente la visita de Celina Veloteri, esta vez para un campamento para comenzar el proyecto productivo de cerámica. Construimos el primer horno en Vaca Huañuna, comenzamos a aprender la técnica y dimos los primeros pasos en la producción. En octubre del año 2020, junto con la pandemia, tomó nueva fuerza el impulso del 2019. En varias zonas nos congregamos mujeres para aprender la técnica, construimos varios hornos de cerámica en Invernada Sur (2), Río Muerto (1) y El Cruce (1) y con el acompañamiento virtual de Celina fuimos aprendiendo más de este oficio”. Actualmente Ninashpa tiene 8 hornos que han elaborado las mismas mujeres, con sus manos, desde 2018, en parajes como Invernada Sur, Vaca Huañuna, Río Muerto, El Cruce, Santos Lugares y Anca Overa. Así están repartidos los grupos: El Cruce: Alicia, de 57 años; Micaela (su hija de 26) e Irma de 61. Vaca: Salma de 54, Patricia de 25, y Marisa. Río Muerto: Demetria en los 50, Cecilia 25. Invernada Sur: Eusebia, Florencia, María y Estela, todas entre 55 y 60 años. Santos Lugares: Cristian y Abel, y su hijo Edmundo con su esposa Estela. Una familia completa. Anca Overa: Sulema, Mario, Mercedes, y su familia extendida también apoya. Lucindo es otro compañero. Los hornos congregan a las familias y congregan a las comunidades, el viaje más largo que se hacen cuando se reúnen es entre El Cruce y Santos Lugares, movilizándose alrededor de 100 km (y entre una hora y media y dos de camino) que en algunos casos deben hacer en moto, dependiendo del presupuesto. Por este mismo motivo, se han decidido a producir en sus propios hornos (evitando exponer la cerámica a golpes) y se reúnen, eso sí, para continuar reforzando sus vínculos y construyendo su colectivo de manera horizontal: “Líderes somos todas, cuando nos surge algo nos juntamos a definirlo. Con Ninashpa buscamos volver a las tradiciones que heredamos. En nuestra zona era muy común que se hicieran vasijas para el agua y aunque la costumbre se había perdido, ahora todas lo hemos vuelto a hacer y quienes no las tienen, las quieren y están por tenerlas. Mientras yo hago mi vasija, hablo con mis compañeras, les explico y ellas me explican también. Intercambiamos ideas y entonces a alguna le sale un molde o una forma. Ninashpa es la lucha por mejorar como mujeres nuestra calidad de vida. En la zona hay pocas opciones laborales más que el trabajo en la propia huerta o con los animales en casa. También surgen trabajos de construcción en algunos casos y de carpintería, pero quisiéramos que se redujera la tala de árboles, aunque necesitamos trabajar. Algunas de las mujeres de nuestro grupo tienen jubilación, algunas tienen algún pequeño negocio, y para ellas también tiene un significado muy importante como lo tuvo para mí que me dedicaba a la casa y ahora estoy enfocada en mi proyecto productivo. Nos recreamos, aprendemos, creamos y vendemos lo que obtenemos de esa misma tierra que cuidamos”. Alicia Yñíguez, El Cruce. El proyecto empezó siendo labor de las madres, las tías, las abuelas. Los hombres ayudaban en tareas específicas como construir los hornos o conducir los vehículos cuando debían trasladarse, y los/as más jóvenes solían quedarse muy al margen, ayudando en tareas aisladas que se les pedían directamente. “Al vernos trabajar a nosotros en un principio nos miraban como que no les gustaba mucho”, me dijo Alicia. Esto lo quise saber de los mismos hijos y se lo pregunté a Micaela, quien había estado tímida en todo el encuentro y me dio la bonita sorpresa de una voz contundente y clara. “Nosotros no nos queríamos ensuciar tanto. Al principio yo lo veía como algo que no me gustaba. Empecé haciendo el trabajo más leve para ensuciarme lo menos posible; al menos lo digo desde mi experiencia. Después, al ver el trabajo, el cansancio, a mi mamá con las tareas más pesados, empecé a ayudarla un poco más y ahora ya me ensucio (risas). Sin ningún problema lo hago y voy aprendiendo más. Antes hacía más que nada decoración y arreglos porque es lo que más me gusta hacer. Soy profesora de pintura y dibujo así que veo un poco de mi arte en la cerámica”. – Micaela Son 25 las mujeres de Ninashpa pero alrededor de 1.500 las personas (varones y mujeres jóvenes y adultas) a las que alcanza indirectamente este proyecto: familias y amigos, compradores, personas de las comunidades. Es fascinante ver a la madre hablar de la oportunidad que surgió de la tierra misma y a la hija sentarse con ella en la misma banca, en un abrazo seguro, para hablarme juntas del impacto que esto ha tenido

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Asamblea del CMI: Un encuentro del mundo que reconciliamos en nuestra fe

Por: Lina Salas Ramírez Coordinadora de Comunicaciones Estratégicas CREAS lina@creas.org Empecemos por una imagen; clara y reveladora. Es algo así “como estar en un set de filmaciones de Hollywood de los años 50: en una locación una película africana, en otro una de la india, otra ortodoxa y cuanto más caminas más color, más personas, más diversidad. En el almuerzo te topas, codo a codo, con todos los actores y actrices”. Las vestimentas, unos con mate en la mano y en la otra un montoncito: es argentina, esa de allá. Volteas la mirada y un arcoiris de vestidos, maravillosos colores, turbantes, saris, un escocés con su tradicional atuendo. Instrumentos musicales que nunca habías visto, manos que se estrechan, hermanos y hermanas que se abrazan. De repente la película me trajo a esas escenas lindas del libro de Historias Bíblicas que tenía en casa mi abuela testigo de Jehová y que tan divertidamente me enseñaron la palabra de Dios cuando era niña; pero no estoy hablando de un libro, ni de una película siquiera. Es la verdad de la vida en pleno 2022 en Karlsruhe, Alemania, en la XI Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias, y aquello de actuar, es ahora. La cita fue del 31 de agosto al 8 de septiembre con el lema “El amor de Cristo lleva al mundo a la reconciliación y la unidad”, y en medio de aquel escenario promete haberse sentido como una gota en el mar: una pequeña muestra, pero viva, de la inmensidad de nuestro llamado a ser UNO. La invitación fue clara desde su inicio: “en un mundo (…) quebrantado por la crisis ecológica, la guerra, la pandemia, la pobreza sistémica, el racismo, la violencia de género, las violaciones de derechos humanos (…) pecados de profunda injusticia como el castismo, el racismo, el sexismo, el edadismo, el capacitismo, el colonialismo, la explotación económica, la distribución desigual del poder y los recursos, y la perversión de nuestra relación con la creación, así como a muchos tipos de alienación (…) En un mundo como este, herido por las divisiones, las iglesias están llamadas a dar testimonio del poder indestructible del amor para unir y reconciliar (…) dar un testimonio contracultural: la esperanza de la unidad, la justicia y la paz.”. XI Asamblea del CMI – Proyecto de declaración sobre la unidad. Doc. No.A 05 rev 1 (P. 1-.2) Allí los ojos de CREAS fueron 8: principalmente los de Elena López Ruf, líder de nuestro Laboratorio de Buenas Prácticas Interreligiosas y ecuménicas dirigido a población joven: Ikuméni; de Humberto Martín Shikiya, Vicepresidente de la Comisión Directiva de CREAS, invitado formalmente por la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas (WCRC-World Communion Reformed Churches) y ACT Alliance, como embajador de Buena Voluntad; y también Laura Piedimonte Vicepresidenta de la junta general y delegada oficial de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina y Daniela Peralta, en calidad de asesora y representante juvenil también de la IEMA. En CREAS, Laura es asociada y Daniela Coordinadora Administrativa; ambas productoras de un orgullo al que nos sumamos en CREAS por la calidad de su representación. Laura fue elegida como miembro del Comité Central de la Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias, conformado por 150 personas, de las cuales 5 son latinoamericanas: 3 mujeres y dos hombres. ¡Felicidades y gracias, Laura! Esto es emocionante y lo es por la oportunidad de amplificar voces que requieren cada vez más lugar en espacios como este: las de Latinoamérica, las de las mujeres, las de personas no ordenadas que son parte también de esa fe expandida que se defendió en la Reforma Protestante y que nos unifica como cristianos. Daniela fue también una cuota esencial, en un evento que quedó con la tarea de dar mayor escucha a los fieles más jóvenes y les invitó a llevar a sus iglesias las inquietudes que expresaron frente a la que consideraron una reducida proporción en las delegaciones. “La asamblea además de un espacio de encuentro, diálogo y espacio de trabajo conjunto entre iglesias, es también un espejo en parte de cada iglesia en forma particular. El reflejo, desde la representatividad, el trabajo entre asambleas, y las temáticas abordadas, nos da distintos desafíos. Uno de ellos es, desde mi mirada, el discipulado que incluya a la juventud, acompañar en el camino del ecumenismo brindando espacios de formación y encuentro, invitando y animando la participación en estos espacios, y sobre todo dar lugar para que las y los jóvenes puedan empoderar sus voces y ser parte activa de la vida del CMI así como de cada una de las iglesias miembros. Espero que este tiempo de 8 años hasta la próxima asamblea, sea un período de animar y acompañar a la juventud por los caminos del ecumenismo y que así se vea reflejado en una mayor representación de las y los jóvenes en la próxima asamblea. El trabajo conjunto entre generaciones, que abra caminos y no ponga barreras es fundamental para aprender de la otra persona y junto con ella, valorándonos como hermanos y hermanas sin prejuicios por motivo de edad ni de ninguna otra característica que nos diferencie, sino al contrario valorando la diversidad y potenciando las distintas miradas en favor de la obra de Dios”. – Daniela Peralta Un ecumenismo que se transforme y construya hacia adelante de la mano de la diaconía, como lo plantearon los embajadores en la ACT O’Clock, una serie de conversaciones sobre cómo las acciones basadas en la fe y los derechos pueden contribuir a la realización de los objetivos globales bajo los actuales desafíos contextuales. Humberto Shikiya estuvo presente en el conversatorio de ACT O’Clock, en la recepción de ACT Alliance donde fue presentado como ACT Goodwill Ambassador on Sustainable Development e impartió en otro escenario el Taller «Hacia una Justicia Tributaria y Reparación en América Latina» en el marco del Proyecto Zaqueo promovido por la iniciativa conjunta de Nueva Arquitectura Económica Financiera Internacional (NIFEA en su sigla en inglés) integrada por el Consejo Mundial de Iglesias (WCC), la WCRC, la Federación

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Justicia Tributaria

Voces proféticas por la justicia tributaria y reparación

El pasado 2 de abril, participamos junto a nuestra aliada ecuménica AIPRAL, en la conferencia pública dedicada a la presentación del Proyecto Zaqueo, un esfuerzo ecuménico conjunto de la Comunión Mundial de Iglesias  Reformadas (CMIR), Consejo Mundial de Iglesias (CMI), Consejo para la Misión Mundial (CWM), Federación Luterana Mundial (FLM) y Consejo Metodista Mundial (CMM). Esta iniciativa, se enfoca en traer equidad al sistema económico mundial y reparar la explotación y la injusticia, así como promover la redistribución de recursos hacia comunidades empobrecidas para lograr una transformación social y pública. En la presentación participó Philip Peacock, secretario ejecutivo de justicia y testimonio de la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas – CMIR (WCRC), quien resaltó: “ La manera de romper con el sistema desigual, la lógica de colonialismo, la explotación de la naturaleza y corregir las injusticias históricas, es a través de un proceso de tributación.” Este proceso nace de la Confesión de ACRA en 2004, que relaciona la fe con la situación económica . En 2010 se dispuso que la propuesta de la Confesión de ACRA fuera liderada por la iniciativa sobre Nueva Arquitectura Financiera y Económica Internacional – NIFEA. Paola Palacios Morán, expresó en este espacio: “Los sistemas tributarios son instrumentos que pueden contribuir a resolver los problemas de las desigualdades en los países de la región. Si los que tienen más tributan más y los que tienen menos pagan menos, se da la base de la justicia tributaria. Lo que permite redistribuir la riqueza con un enfoque de reparación.” Humberto Shikiya, vicepresidente de CREAS compartió el llamado concreto de la campaña: “Buscamos promover impuestos progresivos sobre patrimonios concentrados y sobre el sistema financiero especulativo, además de herramientas fiscales globales que eviten la evasión de corporaciones y grandes multimillonarios. Como organizaciones basadas en la fe recibimos el llamado a sostener nuestra voz profética de denuncia y de propuestas, de alcanzar acuerdos para que estos temas puedan ser conocidos, debatidos y superados en busca de una sociedad más equitativa.” “Junto a este llamado consideramos importante la implementación inmediata de impuesto a transacciones financieras para frenar la especulación. Es urgente una reforma para tener un sistema fiscal justo y la construcción de nuevas economías con una visión de solidaridad y que promueva la justicia, ecológica, de género y social”, agregó Shikiya. Puedes ver el video completo aquí

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Cooperación ecuménica en acción solidaria por la región del chaco argentino

Foto: INCUPO El Gran Chaco Argentino ha sufrido ciclos de sequías e inundaciones recurrentes durante los últimos 20 años. En 2020, la sequía sumada a la emergencia de la pandemia del COVID-19, puso en mayor vulnerabilidad a familias de pequeños agricultores y comunidades indígenas de la zona. El Foro ACT Argentina, del que hace parte CREAS junto a la Fundación Protestante Hora de Obrar, el Servicio Evangélico de Diaconía y el Servicio Mundial de Iglesias en América Latina; viene coordinando respuestas solidarias a esta situación y en 2021, se presentó la oportunidad de contribuir de manera más articulada a través de la Red Humanitaria Internacional de Argentina – RHIA*, a la que fue invitada el Foro y que busca apoyar los esfuerzos de Argentina cuando situaciones de desastres y crisis así lo requieran y las capacidades se vean sobrepasadas, junto a organizaciones como la Cruz Roja Argentina, ADRA, Cáritas, entre otras. La RHIA está integrada por todas las Agencias, Programas y Fondos de Naciones Unidas en Argentina, junto con, el Sistema Nacional de Gestión de Riesgos (SINAGIR). «El Foro ACT ha respondido de manera innovadora y solidaria a la crisis de la sequía en el chaco argentino, a través de un fondo de respuesta rápida y la creación de un consorcio local para responder a la emergencia, así como con una proactiva participación en la RHIA, donde promueve acciones de incidencia y prevención del riesgo, con la participación de socias territoriales.», expresó Nicolás Rosenthal, director de la Fundación Protestante Hora de Obrar y miembro de la Junta Directiva de ACT Alianza En 2021 el Foro ACT Argentina, promovió al interior de la RHIA, la participación de actores comunitarios para la actualización de un informe sobre la sequía en la región del Chaco, el cual fue elaborado por OCHA en el año 2020, en el contexto de la pandemia. Dichas acciones las lidera la Oficina del Coordinador Residente de las Naciones Unidas (OCR) en Argentina, asesorado por la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios para América Latina y el Caribe – OCHA.  “Este estudio se enfoca en relevar las principales necesidades humanitarias, desafíos para el desarrollo y riesgos de aumento de la conflictividad social en esta región del país. El aporte de la mirada y experiencia territorial y comunitaria de las Organizaciones Basadas en la Fe (OBF) asociadas a las Naciones Unidas en el marco del Foro ACT Argentina, juegan un rol clave y estratégico como enlaces y fuente de información oportuna, fidedigna y especializada para las acciones humanitarias, de desarrollo y prevención de conflictos en el Gran Chaco Argentino. Desde el 2021 han acompañado el proceso de diseño, levantamiento de información primaria y secundaria para el Análisis de Situación por Sequía del Gran Chaco Argentino.” , destacó Alejandro Mañón, de la OCR-ONU en Argentina. Desde finales del año pasado un grupo de trabajo está realizando un proceso de construcción de actualización del informe, para este fin, el Foro ACT Argentina ha logrado sumar a diferentes socios locales como INCUPO, JUM, ENDEPA, FUNDAPAZ y ASOCIANA; organizaciones basadas en la fe (OBF) en su mayoría cristianas y organizaciones comunitarias presentes en el territorio con larga experiencia y trayectoria a nivel local, que se han sumado para trabajar en el levantamiento de información desde los territorios aportando su conocimiento de la población indígena y criolla en las diferentes zonas. “El contar con información actualizada permitirá no solo conocer más de cerca los efectos de la sequía en la región del Gran Chaco Argentino, también será un instrumento para la incidencia en políticas públicas y un llamado de atención a nivel local, provincial y nacional para poner el tema también en la agenda regional para visibilizar situaciones y movilizar a futuro recursos.”, agregó Jorge Fernández, Coordinador de Procesos Comunitarios de CREAS, quién representa al Foro ACT Argentina en la RHIA. Esta iniciativa de cooperación ha considerado participativamente el diseño de instrumentos, junto a definición de territorios, la capacitación en el uso de instrumentos del mundo humanitario, lo que redundará en el incremento de las capacidades de las organizaciones “Para la JUM formar parte de la articulación del Foro Acta Alianza- RHIA nos da un oxígeno para afrontar las realidades que se viven en territorio en lo que respecta el acceso al agua y la seguridad alimentaria y fortalece el trabajo que la JUM viene articulando con ACT Alianza para brindar soluciones de canaletas para cosecha de agua de lluvia.” Expreso Raúl Romero, coordinador de la Junta Unida de Misiones- JUM, organización territorial y basada en la fe, que contribuye a la actualización del informe sobre la sequía en el chaco argentino. “Destacamos, como Naciones Unidas, el alto valor que representa para los socios humanitarios internacionales presentes en el país, la relación de colaboración establecida con CREAS, que representa al Foro ACT en la Red Humanitaria Internacional Argentina, para la elaboración del Análisis de Situación por Sequía del Gran Chaco Argentino y en especial, en la coordinación de la organización e implementación del levantamiento de información primaria, movilizando las capacidades de las OBF con programas en el Gran Chaco Argentino.” , resaltó Mañón.    

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FESUR: Sueños y proyectos compartidos

En marzo de 2019, cuando viajé a Guatemala para asistir a la Conferencia Global sobre América Latina y El Caribe organizada por ACT Alianza, no imaginé que participaría también en la constitución de un espacio regional que reuniría a personas y organizaciones que, compartiendo sus preocupaciones por lo que acontece en la región, estaban dispuestas a transformar sus inquietudes en desafíos, y consecuentemente en compromisos para afrontar conjuntamente realidades que vulneran la dignidad de millones de personas, y ponen en riesgo nuestras ya debilitadas democracias. No he preguntado quien fue la autora o el autor de la iniciativa, pero recuerdo bien la primera vez que nos reunimos y la grata sorpresa que significó para mí advertir nuestras coincidencias en enfoques y perspectivas. Las y los representantes de los Foros ACT de Argentina, Brasil, Colombia y Perú, concordamos sobre la necesidad de incidir frente a la amenaza que representan los fundamentalismos en tanto afectan particularmente los derechos de niñas, niños y adolescentes, personas en situación de movilidad, pueblos indígenas, entre otras poblaciones vulnerables. Fue así que, ratificando la validez y vigencia del Foro Ecuménico ACT Suramérica (FESUR), decidimos consolidarlo como instrumento de acción e incidencia desde las iglesias y organizaciones basadas en la fe que lo conforman. Casi tres años han pasado desde aquella vez, y la articulación del FESUR se ha mantenido, e incluso fortalecido, por haber sido capaces de formular una agenda clara, con planes que se han cumplido a pesar de los cambios por efecto de la pandemia del Covid-19, habiendo sabido adaptarnos a esos nuevos desafíos, así como a aquellos otros que representan nuestras comunidades de fe y los contextos de cada país. Sin duda, la investigación “Fundamentalismos, crisis de la democracia y amenaza a los derechos humanos en América del Sur: tendencias y desafíos para la acción”, una de las primeras acciones que nos propusimos realizar como FESUR, ha marcado la pauta. Es nuestra convicción que no se puede contribuir al desarrollo y la justicia social, soslayando aquello que conspira contra nuestros esfuerzos por alcanzarlos. Asumir los desafíos con responsabilidad implica una necesaria autocrítica, desde las organizaciones ecuménicas y progresistas como las nuestras, por haber subestimado o no dimensionar adecuada y oportunamente la incursión de esos nuevos fundamentalismos. Reconocerlo ha estimulado nuestras reflexiones y estudios para comprender lo que representan, invitando a otras instituciones de la sociedad civil, no religiosas, para acercarse a la realidad sin prejuicios, y sin reproducir la arrogancia y sectarismo que caracteriza a los grupos fundamentalistas. Parte del proceso ha sido colocar el tema en las agendas nacionales de cada Foro, discerniendo las peculiaridades y complejidades en cada caso. Se trata de un movimiento que está siendo alentado por FESUR, afirmándose en la fe y compromiso por la justicia y el bien común de las organizaciones miembro y aliadas de ACT. En la reunión del comité de coordinación realizada en Buenos Aires los días 10 y 11 de febrero se ha proyectado profundizar la articulación de acciones desde el ámbito ecuménico y las organizaciones basadas en la fe de la región, evitando la burocratización de este espacio, y con ello la merma de su capacidad de incidencia. Asimismo, se ha revalidado nuestra Carta compromiso Sueños y proyectos compartidos, emitida en agosto de 2020, en el marco del Seminario Fundamentalismos, Democracia y Derechos Humanos. Reproduzco el párrafo final de la misma: “Abrazamos el sueño de un continente mejor, donde: La diversidad de personas y la pluralidad de sus pensamientos sea una riqueza a sostener. Las múltiples desigualdades, un desafío a vencer cotidianamente. Y los proyectos emprendidos colectiva y comunitariamente, sean horizonte del camino, pero también lugar compartido para transitar con otras y otros. Que sean nuestros compromisos, fuertes y duraderos. Nuestras voces, claras y solidarias. Nuestros gestos, de amor y esperanza” ¡Amén! Germán Vargas. Abogado y Director de Políticas e Incidencia de la organización Paz y Esperanza. Representa al Foro ACT Perú en FESUR.

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La urgencia de la Fraternidad y la Cooperación Ecuménica

En el decir del teólogo italiano Piero Coda, “estamos viviendo un tiempo de desafíos inéditos y al mismo tiempo decisivos, que interpelan a la humanidad y asedian a nuestra casa común: Una globalización de paradigmas económicos y políticos estructuralmente desiguales o peligrosamente deficientes porque no dudan en descartar a los seres humanos. Una expansión de antiguas y nuevas formas de Pobreza socioeconómica, psicológica, relacional y espiritual Una crisis ecológica que anuncia catástrofes en el planeta si no se produce una conversión en nuestros estilos de vida Una revolución tecnológica, digital, biogenética y robótica que al perder las razones del alma no tiene una orientación ética Una crisis sanitaria global que no logra encontrar todavía un camino de salida válido para todos y que muestra la urgencia de una radical conversión de vida”[1]. Se trata de una crisis que ha oscurecido la búsqueda del sentido y la verdad en todos los niveles de lo humano, ya que está en juego el sentido mismo de la convivencia humana. Necesitamos encontrar respuestas inéditas, y para ello, las religiones y las organizaciones basadas en la fe ofrecen un aporte significativo a la sociedad, así lo afirma un filósofo de tradición neo-marxista: “las tradiciones religiosas están provistas de una fuerza especial para articular intuiciones morales, sobre todo en atención a las formas más sensibles de la convivencia humana”[2]. Un acontecimiento que ha enriquecido el sentido de la convivencia humana, fue el encuentro entre el Papa Francisco y el Imán del Cairo Ahmad Al-Tayyeb, máxima autoridad mundial del Islam sunita, el 4 de febrero de 2019, para la elaboración conjunta del Documento sobre la Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia Común. De ese acontecimiento histórico el Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterrez, afirmó que la Asamblea General tomó nota para proclamar el día Internacional de la Fraternidad, a celebrarse cada 4 de febrero en todo el mundo[3]. Ciertamente, convivir en la casa común que es el planeta, no resulta sencillo cuando existe una globalización de la indiferencia, que hace ciega y sorda a una gran porción de la humanidad para que pierda la capacidad de detenerse frente al que sufre, sin importarle que muera, pues la cultura del bienestar la hizo insensible al grito de las personas más frágiles[4]. Por ello, la Fraternidad es una respuesta urgente ante semejante escenario, porque nos recuerda nuestra común pertenencia a la humanidad y que estamos todos en la misma barca. La Fraternidad tiene que ver con el reconocimiento del otro, una dimensión humana fundamental: es la capacidad de percibir lo valiosa que es cada persona humana, siempre y en cualquier circunstancia, más allá de cualquier cambio cultural o histórico, y obrar en consecuencia para que esa persona pueda alcanzar su desarrollo humano integral. Reconocer al otro, legitimando y promoviendo su existencia, conduce a la construcción de la amistad social y de la Fraternidad en nuestras ciudades y en el mundo. La encíclica Fratelli Tutti (Todos Hermanos) propone la figura del buen samaritano que supo detenerse ante un hombre herido y caído al borde del camino: el samaritano “se detuvo, le regaló cercanía, lo curó con sus propias manos, puso también dinero de su bolsillo y se ocupó de él” (FT, 63). Así, el herido desde su vulnerabilidad le ofreció al samaritano la posibilidad de convertirse en un buen prójimo. En este mundo roto, la opción de fondo de la Fraternidad es la de “hombres y mujeres que hacen propia la fragilidad de los demás, que no dejan que se erija una sociedad de exclusión, sino que se hacen prójimos y levantan y rehabilitan al caído, para que el bien sea común” (FT, 67). Esta experiencia de Fraternidad es la que promueve CREAS, a través de Ikumeni: un laboratorio de Buenas Prácticas Ecuménicas e Interreligiosas, con jóvenes cristianos de América Latina, cada quien desde su propia identidad, protagonistas de una vivencia de fraternidad, basada en el reconocimiento del otro, el encuentro, la hospitalidad, para contribuir al Desarrollo Sostenible y a la construcción de Paz. Desde mi perspectiva, he podido ver cómo los participantes están aprendiendo y construyendo una sinodalidad ecuménica, es decir: veo que ellos viven una comunión en la que aprenden a caminar junto a otros jóvenes de diversas denominaciones cristianas, desde una Fraternidad que sabe integrar lo mejor de la libertad y de las diferencias, para sembrar esperanza juntos, yendo al encuentro de las heridas sociales de sus ciudades y sanarlas. Quienes fueron parte de esta experiencia vivenciaron temas como la Hospitalidad, el Reconocimiento del otro, el Liderazgo comunitario para la Fraternidad, la construcción de Paz, las Religiones y el Desarrollo, el Ecumenismo y las Herramientas para diseñar propuestas transformadoras. Ahora iniciarán el proceso de las Buenas Prácticas a través de acciones de colaboración colectiva que tengan un impacto sostenible territorial en favor del bien común, empezando por las personas más vulnerables de Lima, Bogotá y de otras ciudades de Perú y Colombia. De este modo, los jóvenes de Ikumeni, abriendo sus corazones al diálogo con la realidad y sus manos a la solidaridad, están construyendo juntos un mundo marcado para siempre bajo el signo de la sanación y de la esperanza[5]. Juan de la Torre. Argentino. Teólogo (Roma) y Especialista en Relaciones Internacionales (Buenos Aires). Profesor de Teología en la Pont. Univ. Católica Argentina. Secretario del Equipo de Animación Sinodal, Arquidiócesis de Buenos Aires, Consultor del Arzobispado de Buenos Aires para el Sínodo 2017-2020. Miembro del grupo de Autores de la Revista Ekklesía. En Ikuméni se desempeña como consultor católico.   [1] P. CODA, Manifesto. Per una ontología trinitaria, en P. CODA – M. CURI – M. DONÀ – G. MASPERO, Dizionario Dinamico di Ontologia Trinitaria 1, Città Nuova, Roma 2021, 41. [2] J. HABERMAS, Entre naturalismo y religión, Paidós, Barcelona 2006, 139. [3] https://www.un.org/es/observances/human-fraternity [4] PAPA FRANCISCO, Homilía en el campo de deportes Arena, Isla de Lampedusa, 8 de julio de 2013; Fratelli Tutti, 30-31. [5] Consejo Mundial de Iglesias y Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, Al servicio de un

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#25N Cero violencias, más empoderamiento

La justicia de género tiene un papel muy importante en la apuesta de diaconía ecuménica de CREAS, en su misión de llevar esperanza y posibilidades de transformación concreta a la población que históricamente sufre las consecuencias de las desigualdades estructurales y la discriminación en la región.  Somos conscientes que las desigualdades sociales y económicas están directamente relacionadas con los altos niveles de violencia contra las mujeres y niñas. Por ello, nos unimos, desde este 25 de noviembre, a los 16 días de activismo por la eliminación de las violencias contra las mujeres y niñas compartiendo el ciclo de historias “Cero violencias + empoderamiento”, que visibilizará las voces de mujeres que apoyamos, en el desarrollo de estrategias comunitarias de empoderamiento económico y comunitario que han sido centrales para prevenir las violencias contra mujeres y niñas en sus comunidades. Myriam, Anabella, Michelle e Irma nos contaran cómo con la ayuda del Fondo de Pequeños Proyectos de CREAS, lograron acceder posibilidades de trabajo digno, crear oportunidades de empleo para otras mujeres y obtener la autonomía económica, que fue determinante para escapar de las violencias. Te invitamos a seguir y compartir estas inspiradoras historias, que son testimonio de diaconía, transformación y esperanza para otras mujeres y comunidades que experimentan esta realidad.  

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Samaritanos y samaritanas frente a la urgencia del cambio climático

Repasando la historia misma de los procesos de construcción de derechos humanos y su relación con la acción humanitaria, esta podría estar inspirada en el relato bíblico del Buen Samaritano (ver Lucas 10, 25-37) en el cual se brindó ayuda concreta y tangible a quien había sido dejado de lado en un camino tras ser víctima de violencia y de la indiferencia de quienes por su origen, religión o por su pertenencia étnica, lo dejaron de lado. Pero hubo alguien, que dejando toda clase de diferencias o preconcepciones, lo atendió sin vacilar, sin preguntar, así acogió en una posada a la víctima, se ocupó de que sea alimentada, curada, alojada y además pagó por su cuidado. Un claro ejemplo de algo tangible y concreto para cuidar la vida, algo que hoy siglos después sigue inspirando para actuar, para no ser indiferente ni discriminar a nadie. Un aspecto central en donde se nos revela que toda acción humanitaria es parte del campo de la diaconía, pero no necesariamente toda labor de diaconía es acción humanitaria, pese a tener aspectos solidarios comunes. En las últimas décadas se ha hecho más visible, como producto de la modernidad, la labor milenaria de las Organizaciones Basadas en la Fe (OBF) las cuales más allá de las denominaciones y su pertenencia o no al campo ecuménico, trabajan en diversos ámbitos humanitarios donde encuentran un diferencial en la manera en que desarrollan su servicio, su manera de llevar adelante la diaconía, la forma de llegar a otros y otras que sufren, que se encuentran en situación de vulnerabilidad, llevando más allá de las características de la acción humanitaria, un gesto y una palabra de esperanza. En 2021 , Naciones Unidas conmemora el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria y con el lema “Una carrera por la humanidad”, pone de relieve las consecuencias inmediatas de la emergencia climática para las personas más vulnerables del mundo y hace un llamado al desafío mundial para la acción climática en solidaridad con las personas que más lo necesitan. Recordándonos que las personas más vulnerables del mundo, son las que menos han contribuido a la emergencia climática mundial y son las más afectadas. A este desafío nos hemos sumado, también poniendo en práctica la enseñanza del buen Samaritano, como principio de acción conjunta de CREAS y como parte del Foro ACT Alianza Argentina que en los últimos años y especialmente en el contexto de la pandemia, encamina esfuerzos para mitigar los efectos de la sequía en la región del Gran Chaco, junto a otra organización basada en la fe como la Junta Unida de Misiones (JUM) , que desde su trabajo territorial, y con apoyo del foro ACT Argentina, consiguió desarrollar procesos comunitarios para llevar agua a lugares y espacios necesarios para contribuir a la vida digna de familias de pueblos originarios y criollos muy carenciados en esta subregión suramericana. Este imperativo de acompañar quienes más sufren frente los efectos del cambio climático ha movilizado la unión de esfuerzos nacionales e internacionales que se han plasmado a partir de la constitución en el 2020 en la Red Humanitaria Internacional Argentina (RHIA), integrada por todos los organismos de Naciones Unidas vinculados a los temas humanitarios, el Estado Argentino a partir de los organismos que integran el Sistema Nacional de Gestión de Riesgos (SINAGIR) y organizaciones de la sociedad civil de carácter internacional presentes en el país, entre las que se encuentran la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (FICRyMLR), ADRA Argentina, Cruz Roja Argentina, Cáritas Argentina entre otras, de este espacio el Foro Argentino de ACT Alianza también forma parte. En el estado actual del mundo y de la región unir esfuerzos para la atención de quienes más sufren y el cuidado de la casa común no solo son asuntos de agenda, sino también es parte del imperativo humanitario en donde no hay más tiempo para grandes declaraciones o planes, sino para la acción inmediata que permita encontrar nuevas formas de producción sustentables y amigables con el medio ambiente, que contribuyan a reducir los efectos negativos del cambio climático, en un mundo que transita las inequidades de la pandemia por COVID-19, en un contexto global, regional y nacional complejo, cambiante y plagado de incertidumbres; en donde el rol de los Estados es central, junto con la comunidad internacional. Y en esto nos va la vida de todas y todos quienes somos parte del planeta, y en estos temas el trabajo humanitario está siempre presente, ahora la tierra clama por ser cuidada, amada, respetada como una muestra más amable y consciente del cuidado de la Creación, con una perspectiva más fraterna de la convivencia, más plena en acceso a derechos, más justa, solidaria y humana. Escrito por Jorge Fernandez, licenciado en Organización y Dirección de Instituciones, posee un Diplomado Internacional en DD.HH., Gestión de Riesgos a Desastres y Políticas Públicas. Tiene 18 años de trabajo en el sector humanitario, fue Director de Programas de Cruz Roja Argentina. Ha dirigido el Centro de Apoyo al Refugiado para ADRA en Buenos Aires. En CREAS es asesor de procesos comunitarios.

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Pandemia y Amazonía: Un llamado a la acción, por amor a la Creación

Escrito por Sheila Tanaka, coordinadora del proyecto Amazonía ecuménica liderado por Koinonia, Brasil.  La actual situación que se vive a causa de la pandemia de Coronavirus, ha motivado diversas reflexiones acerca del modo de vida y la desigualdad social en América Latina. Sin embargo, en la Amazonía, la región más biodiversa del mundo, la situación generada por el virus y la falta de acciones y políticas de Estado puede traer consecuencias irreparables para la vida en el planeta. Si bien el Covid 19 ha causado estragos en las ciudades en lo que a contagios y muertes se refiere, el texto se enfoca en reseñar el impacto causado a las poblaciones indígenas.  La región amazónica del continente ya se había visto expuesta a virus que llegan del extranjero y ponen en jaque la supervivencia de las poblaciones indígenas, y con ellas, a su conocimiento ancestral, indispensable para la conservación de la biodiversidad.  No obstante su rol protector del “pulmón” del planeta, los indígenas de Amazonia han sido sistemáticamente desatendidos, desprotegidos y expuestos por los gobiernos. La explotación económica de los recursos naturales ha sido priorizada por sobre sus vidas y subsistencia, lo que ha causado además incendios y desastres, que se suman a una agricultura intensiva, explotación minera e invasiones ilegales. El abandono estatal y la falta de asistencia a las necesidades básicas de la población ha prevalecido en tiempos de pandemia, aumentando los contagios y deteriorando la salud de la población. En Perú, la contaminación del agua y de la comida por petróleo en los ríos se suma a los casos de malaria y dengue. Los habitantes deberán emprender largos viajes de días para acceder a cualquier servicio de salud, aumentando el nivel de mortalidad del virus. En Brasil, la violencia y persecución política de la que son objeto los indígenas, se  ha incrementado. Entre marzo y noviembre de 2020 se reportaron más de 200 casos de violaciones a los derechos humanos.  Por su parte, la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) ha manifestado que los pueblos indígenas en el departamento de Amazonas se encuentran en riesgo de desaparecer, mientras que en Bolivia, las zonas de extracción minera no han adoptado las medidas y el cese de actividades para prevenir contagios.  Al comienzo de la pandemia, en muchos lugares del mundo se habló de la pandemia como una oportunidad para reevaluar las prácticas predatorias de la humanidad sobre la naturaleza El caso de la Amazonía corresponde a todo lo contrario. En algunos países incluso, la deforestación ha aumentado en tiempos de confinamiento. Las consecuencias de la falta de responsabilidad de las autoridades con la preservación de la selva y protección de sus defensores pueden ser devastadoras. Algunos científicos coinciden en señalar que la deforestación puede ser la causa de futuras pandemias, pues el equilibrio natural puede verse comprometido y favorecer la circulación de otros virus peligrosos.  foto credit: Vaticannews.va

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Desarrollo social y diaconía

“No dejar a nadie atrás”, como metáfora de un modelo de desarrollo ha pretendido aludir a dimensiones sociales, económicas y ecológicas medibles, que permiten considerar unas mínimas condiciones de vida para las comunidades humanas. Problemáticas como la pobreza, el hambre, la salud, la educación o la equidad de género, contempladas como parte de un modelo de desarrollo sostenible, son evidencia de una búsqueda de integración del desarrollo social como parte de la referencia fundamental para las políticas locales. La experiencia de la pandemia, con los agravamientos sociales, ha develado la férrea resistencia a considerar estas problemáticas fuera de la lógica de la prevalencia del capital, actitud que se puede calificar como enfermedad espiritual.  Salud y población vulnerable emergen en el relato bíblico de la enfermedad de Naamán en  2 Reyes 5. Se trata de una lepra por la cual la esclava le recomienda a su amo consultar al profeta Eliseo. La enfermedad del general sirio se convirtió en un problema de Estado y diplomático, pero además reflejó su propia enfermedad espiritual al enfrentar el problema de la salud con lógicas de poder, fuerza, orgullo y prepotencia como está sucediendo con el COVID-19. Si bien se puede considerar la enfermedad y la sanidad como eje del texto bíblico, la fe es el elemento de fondo. Su personificación está en el rol del profeta como guía de salud y de justicia, bajo las cuales sobresale su autoridad ética en el cuidado y la exhortación. La acción profética en este caso es el operador de un criterio de sanidad integral.  La salud integral ha sido una característica de la diaconía. La acción de servicio que se ha proyectado la fe cristiana se expresa en la comprensión y empatía con las personas y comunidades a quienes se sirve, lo cual representa un compromiso de la fe cristiana con el desarrollo social. Las acciones diacónicas con estos rasgos han sido fundamentadas en la consideración del ser humano como creación a imagen de Dios y en una vocación de compasión y justicia. Bajo esta perspectiva, se debe tener en cuenta un doble desafío de la diaconía en contexto de pandemia: por un lado, el tratamiento de la enfermedad espiritual que debe cambiar los esquemas de dominación por los de solidaridad y fraternidad; por otro lado, el mejoramiento de los sistemas de salud en una forma holística pues implica, entre tantas cosas, el tratamiento de la malnutrición, la seguridad alimentaria, el suministro de agua potable, la salud mental y el cubrimiento de los servicios de salud tan evidentemente correlacionados con el desarrollo social. Jhon Martínez – Área de Religión y Desarrollo de CREAS foto credit: https://www.salud.gob.ec/

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