El barrio Norita Cortiñas se encuentra en la localidad de Guernica, al sur del Gran Buenos Aires. Su existencia es un ejemplo concreto e inspirador de organización social para la garantía de derechos y la vida digna.
Desde 2020, sesenta familias han atravesado un intenso proceso de recomposición social, sorteando los duros efectos de la pandemia por COVID-19 que hasta hoy amenaza sus derechos básicos, incluso el derecho a una vivienda. En tiempos difíciles es la unión la que hace la fuerza y para estas familias ha sido la oportunidad de ser escuchadas y protegidas en un contexto que las invisibilizaba. En el futuro, será también mantenerse unidas y organizadas el desafío que podrá garantizar el éxito de su proyecto de construcción barrial, que desde ya está realizándose con amor y empeño.
El barrio Norita Cortiñas es uno de los proyectos que estamos apoyando este año con el Fondo de Respuesta Rápida y Mitigación de los Efectos de la Pandemia. Más adelante lo contamos.
El contexto
Los estragos causados por el Covid y el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) decretado por el Gobierno Nacional incluyeron, no solo la afectación de salud de la población en sus efectos inmediatos, sino una enorme cantidad de rezagos que se sumaron unos con otros. Muchas personas perdieron sus trabajos y fuentes de ingresos y no pudieron seguir pagando el alquiler de sus viviendas, por lo cual se vieron obligadas a convivir con familiares y amistades hasta que la situación se hizo insostenible y se vieron obligadas a buscar opciones más radicales para garantizarse un techo. Fue este el caso de dos mil familias en la localidad de Guernica, al sur del Gran Buenos Aires, que decidieron ocupar tierras para resolver esta situación de estricta supervivencia. Por supuesto, la situación no fue nada fácil y representó una serie de enfrentamientos y escenas violentas con la policía.
Este conflicto llevó varias semanas de diálogos en medio de un clima de tensión que se acentuaba con los riesgos sanitarios. En medio de la violencia, un grupo de familias se organizaron de manera autónoma para cubrir las necesidades básicas como alimentación, salud, cuidado colectivo, con lo cual organizaciones sociales, universidades y asociaciones civiles se interesaron en el proceso y empezaron a brindar acompañamiento a unos 60 grupos familiares. A pesar de los avances, a finales del año 2020 estas fueron desalojadas del terreno tomado.
Este grupo de familias, con el apoyo de los varios actores intervinientes en el proceso, logró negociar una relocalización y así empezó, entonces, otro proceso de organización. En abril de 2021 conformaron la asamblea por Tierra y Vivienda Zona Sur, que más tarde sería una cooperativa y que en 2022 pasaría a ser el Barrio Comunitario Norita Cortiñas, tras el apadrinamiento del premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel y Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora.
Con las orientaciones técnicas del Taller Libre Proyecto Social (dependiente de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA) y de modo participativo comenzaron las principales tareas de gestión del terreno como la división de predios y las futuras conexiones eléctricas y de agua. Con el esfuerzo y acuerdo comunitario las familias se organizaron, y con el apoyo de la Organización Civil El Galpón Cultural, y otras organizaciones más lograron hacer una compra comunitaria de un terreno en el que habitarán 56 familias con posibilidades de pagos accesibles para cada una de las familias.
Sumando esperanza
Tras la gestión participativa del territorio y gracias a la organización del barrio por medio de asambleas, se planifica el barrio, que se proyecta para contar con espacios verdes, plazas y salones de uso comunitario. En marzo de este año solicitaron el apoyo del Fondo de Respuesta Rápida y Mitigación de Efectos de la Pandemia de CREAS para la construcción de su Salón de Usos Múltiples.
No podría ser una casualidad que la primera construcción sea un Salón Comunitario. Se parte del centro, del encuentro, para continuar beneficiando el bien común. Todas las familias del barrio serán parte del proceso a través de las mingas (una palabra de origen quechua que referencia al trabajo comunitario y solidario en común entre vecinos) y el plan parte de los conocimientos que tienen unas pocas familias y que será también una oportunidad de capacitación en autoconstrucción y mantenimiento de vivienda, lo que deriva en un fortalecimiento general de capacidades colectivas e individuales.
El barrio está pensado por y para las familias, con una lógica de sustentabilidad ambiental y social. La base es la organización comunitaria, la toma de decisiones, la planificación compartida y la acción colectiva.
El salón será lugar de encuentro y formación que en su condición de usos múltiples servirá para otras necesidades como el almacenamiento de materiales e incluso espacio de juego para las infancias, entre otros. Una vez terminado, tendrán lugar allí las asambleas barriales que se hacen dos veces al mes en las que las familias toman decisiones sobre los avances del barrio que se está construyendo. También se espera que sea un espacio de estudio, trabajo y ocio para quienes lo necesiten y para plantear más actividades pensadas para los niños, niñas y adolescentes del barrio.
Las familias del barrio trabajan con el apoyo de organizaciones como la Cooperativa de Producción Agroecológica (COPA), Casa de la Niñez y la Juventud (CNJ), Frente de Organizaciones en Lucha (FOL), Fundación Servicio Paz y Justicia (SERPAJ), Sol Lírica, Taller Libre Proyecto Social y equipo docente del Seminario “Claves Geográficas del problema habitacional Argentino” del departamento de Geografía de la Universidad de Buenos Aires (UBA), las cuales aportan su conocimiento y trayectoria para dar soluciones a problemáticas habitacionales como la conexión a servicios básicos como luz y agua, o a conflictos sociales que pueden aparecer en el proceso.
“La idea es que el barrio sea distinto a lo que conocemos, que sea algo comunitario. Fue la forma que encontramos para solucionar el problema habitacional, una de las formas de salida. Si no hubiéramos hecho esto de manera comunitaria, pensándolo conjuntamente desde dos años antes de la compra del terreno, nadie hubiera podido comprar un terreno. Hacerlo individualmente no es una opción viable. Acá todos pensamos cómo queremos que sea nuestro barrio”.
Sergio, integrante de COPA y futuro habitante del Norita Cortiñas
El Fondo de Respuesta Rápida y Mitigación de Efectos de la Pandemia es una herramienta con la que se brinda apoyo al fortalecimiento de las organizaciones en territorio para que puedan dar respuesta a las emergencias, así como a situaciones que quedaron como rezagos de la desigualdad, el aislamiento, la falta de garantía de derechos, entre otras problemáticas intensificadas por la pandemia por COVID-19, contribuyendo en la garantía los Derechos y la calidad de vida de las comunidades. En ocasiones muchos de estos impactos que tuvo la pandemia quedan invisibilizados como por ejemplo su afectación al derecho a la vivienda y sus consecuencias para las personas.
CREAS trabaja con las organizaciones comunitarias y el trabajo social de las iglesias para atender a las necesidades de las comunidades y fortalecer las capacidades de personas y organizaciones. Apuntando a promover la vida digna y el cuidado ambiental, y afianzar así la esperanza en contextos más que desafiantes para la población.
El 31 de mayo Norita Cortiñas hizo su pascua, y qué mejor homenaje que un barrio lleve su nombre como ejemplo de derechos y lucha por la vida plena y en abundancia para todas y todos.