La palabra diácono está muy familiarizada entre las personas cristianas de todos los tiempos y de todos los lugares de este sistema mundo. Este vocablo nos proviene del idioma griego, diákono, pasando luego a engrosar la lengua del latín tardío como diâconus, para llegar a nuestro idioma como ya lo conocemos.En cualquiera de nuestras iglesias es muy común escuchar esta palabrita con su adecuado término femenino: diaconisa.
El diccionario de la RAE la define como el servidor o la servidora que desarrolla servicios para el prójimo en los ámbitos religiosos, pero también nos dice que puede actuar como administrador o administradora. Algo que está muy en lo cierto según lo establece Lucas en el libro de Hechos en el capítulo 6 versículos 2 al 4, que titula esta reflexión. Allí leemos:
“Los doce reunieron la asamblea de los discípulos y les dijeron: no es correcto que nosotros descuidemos la Palabra de Dios por hacernos cargo de las mesas. Por lo tanto hermanos elijan entre ustedes a siete hombres de buena fama, lleno del Espíritu y de sabiduría; a quienes les confiaremos esta tarea, mientras que nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra”
(Pasaje extraído de la Biblia Latinoamericana).
Muchos exégetas ven en este pasaje el nombramiento de los primeros diáconos. Es la época de formación de la iglesia, de una nueva iglesia universal, ecuménica, y con ello surgen estos problemas de acomodamiento que atañen a toda nueva institución de tal calibre. La magnitud y el alcance que toma este organismo eclesiástico generan problemas que todavía hoy no han sido resueltos.
Han pasado más de 2000 años del evento que nos narra Lucas. La paremia bíblica “No hay nada nuevo bajo el sol” escrita en el libro de Eclesiastés continúa vigente, sobre todo en lo que respecta a la solidaridad, al amor al prójimo, al auxilio al necesitado. Incidentes como los que se leen en este capítulo 6 del libro de Hechos, siguen ocurriendo en nuestros días.
El sistema mundo que impera sobre nuestro abollado y desgarrado planeta, es un sistema construido desde la desigualdad social y económica, y da como resultado (entre otros) que actualmente el 60 % de la población mundial no alcanza, siquiera a nutrirse con las 2700 calorías diarias para estar convenientemente alimentada.
Por otro lado, vemos que tanto en América Latina como en Argentina, la gente joven, nuestros hijos e hijas, hoy deben fabricarse su porvenir pedaleando en una bicicleta, llevando y trayendo productos adquiridos por otros y otras que están un poco mejor posicionados en la escala social y económica de esta sociedad de clases. Trabajan bajo condiciones contractuales leoninas, para poder cobrar comisiones por cada viaje pedaleado, sin obtener de sus contratistas ningún tipo de seguro ni de cobertura de salud que les proteja, aportando de lo que ganan para su propia jubilación, ejemplo prominente del individualismo egoísta que impera en nuestras tierras. Abuelos y abuelas que subsisten por planes de ayuda social que complementan sus escasas pensiones, los mismos planes sociales que reciben muchas familias que integran el ejército de sub ocupados o desocupados. Comunidades en estado de fuerte vulnerabilidad social que intentan supervivir a los intentos de saqueo y usurpación de sus tierras por grupos terratenientes. Planeta usado como recurso económico por corporaciones sin tener en cuenta los daños colaterales que producen. Gente privada de su libertad ambulatoria que exige un trato más considerado.
Ante estos panoramas que no nos deben permanecer indiferentes, CREAS y su gente aceptaron el desafío de corregir y enmendar, para seguir sumando esperanzas. Hoy el Centro Regional Ecuménico de Asesoría y Servicio (CREAS) es la organización ecuménica inspirada en el evangelio de Jesús, que continúa representando y llevando a cabo ese legado apostólico, articulando de este modo su tarea con el permanente trabajo diacónico de nuestras iglesias que a diario enfrentan estas problemáticas. CREAS brinda el apoyo adecuado al trabajo diacónico de las iglesias que la conforman colaborando en la transformación de los contextos sociales en situación de vulnerabilidad.
La intencionalidad de CREAS será siempre promover una vida digna a todas, todos y todes los integrantes de este mundo, fomentando una justicia económica y social, sin tener en cuenta caracteres étnicos o sociales, de género, e impulsando el cuidado de nuestra tierra, para respetar la continuidad de la vida en toda forma de diversidad.
Para llevar a cabo este compromiso, la organización cuenta con un grupo de profesionales de distintas disciplinas sociales convocados por un fuerte sentido de amor fraternal. Son profesionales que interactúan en las diferentes comunidades, tomando nota de sus problemáticas. Ellas y ellos reciben, evalúan y orientan todos los planes y proyectos que elevan a la organización, tanto las comunidades, como organizaciones de base, u organizaciones sociales, otorgándoles subsidios para la realización que van a generar los cambios y mejoras de tales realidades.
Hoy el planeta ha emitido un SOS, tal vez sea más grave de lo que pensamos. La naturaleza ha efectuado un nuevo llamado de emergencia solidaria del que no debemos hacer oídos sordos. No dejemos solos a CREAS. Salgamos de nuestro espacio confortable, despertemos nuestra solidaridad, simplemente haciendo poco o mucho. El pecado es no hacer nada que no esté a nuestro alcance.
Quiero hacerles llegar las esperanzadoras palabras que el apóstol Pablo le dirigió a la iglesia de Filipos, tengamos presentes que aquellos también fueron tiempos difíciles.
“No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.”
(Filipenses 4:6-7 Nueva Versión Internacional)
Que Nuestro Dios siga bendiciendo la obra de sus manos.
Jorge Luis Rodaro
Pastor de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina
“El Carpintero de Nazaret”
Ing. Budge Lomas de Zamora
República Argentina