Capacitación, trabajo digno y fortalecimiento comunitario

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La cooperativa Mujeres Solidarias nació en Rosario, Argentina, en 2002 como respuesta organizada y asociativa de quince mujeres de frente a los efectos socio económicos que la crisis de 2001 había dejado en la comunidad del barrio Larrea. Desde entonces la cooperativa promueve iniciativas que apunten a mejorar la calidad de vida de la población, y que creen vínculos comunitarios de solidaridad y participación social.

Este año con el apoyo del Fondo Pequeños Proyectos de CREAS, Mujeres Solidarias llevó adelante un proyecto de formación que buscó dar respuesta a la precarización laboral y la falta de empleo registrado que afecta a un gran número de vecinos y vecinas de la comunidad. La propuesta tuvo como objetivo brindar oportunidades laborales y promover la autonomía económica de las familias, fortaleciendo a su vez la economía social del barrio.

De acuerdo con Laura Sisto y Susana Olive, quienes coordinan el espacio, este proyecto nace en un contexto similar al de 2001 “sin embargo esta crisis nos agarra a nosotras organizadas, eso nos facilita los procesos frente a esa época en la que recién nos estábamos formando, ahora contamos con un espacio físico que nos da estabilidad y proyección a largo plazo, además de todo el conocimiento que hemos adquirido en estos años”.

La cooperativa ya ofrecía cursos de capacitación en distintos rubros como corte y confección, moldería, cuidado de niños y niñas y gestión administrativa para cooperativas, y con esta iniciativa se proyectaron a ofrecer formación en panificados y pastelería, un taller que la comunidad demandaba desde hace unos años. “Para nosotras era un desafío arrancar con el taller de pastelería, no sabíamos mucho del tema y no contábamos con el espacio adecuado para hacerlo, pero las chicas lo anhelaban. Este proyecto apoyado por CREAS, fue una oportunidad. Algunas mujeres le tienen miedo a la máquina de coser, en cambio amasar es natural” contó Laura.

Los talleres

 

Los talleres, organizados bajo la lógica de “aprender haciendo”, ofrecieron capacitaciones en manipulación de alimentos, normas de higiene y seguridad, manejo de maquinaria industrial, técnicas de producción en alta escala, elaboración de masas, panificación, pastelería, costos y marketing, además de instancias de presentación de productos, construcción de redes asociativas y trabajo en equipo. La planificación se ajustó en función de los productos más demandados por las alumnas y sus posibles clientes, potenciando así las oportunidades de comercialización.

“El taller superó nuestras expectativas, la mayor distinción para nosotras es que las personas quieran seguir viniendo y enfrentar nuevos desafíos. Llegaron más personas de las que esperábamos, se fue corriendo la voz en el barrio y pudimos recibirlas y capacitar a todas las que llegaban” Laura Sisto.

Además de la capacitación, desde Mujeres Solidarias valoran lo que pasó con las personas que participaron de los talleres “Son personas que vienen de situaciones de marginalidad y maltrato, siempre a la defensiva y muy combativas. A través del saber pudieron modificar su conducta. El afecto del entorno que reciben acá las hace superarse, comprenderse y acompañarse en las dificultades con los vínculos familiares” contó Susana.

“Alimentando nuestro futuro y tejiendo redes en comunidad”

 

Los resultados del proyecto fueron exitosos: 34 personas se formaron y hoy, gracias a los saberes adquiridos, han mejorado su empleabilidad, se crearon emprendimientos familiares autogestivos y que generan ingresos propios.
De este proceso surgieron tres emprendimientos de pastelería y panificación que funcionan de manera asociativa, consolidando una alternativa real de trabajo digno en la comunidad. Quienes se capacitaron en este primer taller serán quienes formen a los próximos grupos en panadería y pastelería.

Además de los logros individuales y colectivos, el proyecto significó un fortalecimiento institucional para la cooperativa como centro de capacitación barrial. Se incorporaron nuevas herramientas y equipamiento, como una mesa de acero inoxidable y hornos industriales, que permiten mejorar la calidad de la formación y ampliar la capacidad productiva. Contar con un espacio dedicado exclusivamente a la cocina para panificación y personas formadas en el tema, representa un avance clave para sostener y expandir las actividades.

Desde CREAS, apoyamos a iniciativas con impacto en la economía de las personas y en las comunidades, la sustentabilidad de las organizaciones territoriales, y como una contribución al desarrollo local y a la convivencia comunitaria. Desde nuestra identidad de organización basada en la fe, contribuimos así a la dignificación de la vida en las comunidades.

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