Historias

La Fundación Multipolar y su compromiso con las personas en situación de calle, una propuesta de inclusión social

La Fundación Multipolar es una organización comprometida con mejorar la vida de personas en situación de vulnerabilidad extrema. Desde su creación, ha trabajado en la implementación de programas que promueven la inclusión social y laboral de aquellos que se encuentran en situación de calle o en riesgo de quedar sin hogar en Buenos Aires. Es un espacio de contención, socialización y aprendizaje. Dado el contexto económico y social actual en Argentina, la situación de vulnerabilidad se ha profundizado. Para las personas en situación de calle buscar trabajo siempre es un gran desafío, pero ahora lo urgente es poder alimentarse, por eso algunos buscan un trabajo para sostenerse y mejorar su vida, pero sin resultados dada la actual situación del país. Este año, para hacerle frente a la situación, con el apoyo del Fondo de Respuesta Rápida de CREAS, Multipolar puso en marcha el proyecto Betsaida. Betsaida tiene como objetivo generar oportunidades de empleo y sensibilizar al sector privado sobre la situación de esta población; abordar de manera integral los desafíos a los que se enfrentan las personas en situación de calle, con el propósito de construir un sistema que facilite la seguridad alimentaria de esta población. Para esto, la Fundación Multipolar se propone sensibilizar a 27 empresas del Área Metropolitana de Buenos Aires sobre la problemática de las personas en situación de calle. Generar ingresos para 35 participantes de sus programas de inclusión laboral mediante un sistema de producción y venta de productos para sustentar la compra de alimentos en el Centro de Formación para el Trabajo de su sede de San Martín, provincia de Buenos Aires; y asegurar que 120 personas sin techo puedan recibir alimentos de calidad. El proyecto busca intervenir en varias áreas al mismo tiempo, con la esperanza de generar efectos positivos en distintos aspectos de la vida de los usuarios del programa, como los llaman desde Multipolar. Estos aspectos incluyen: La problemática alimentaria: asegurar los alimentos es una prioridad para Multipolar. Muchas de las personas que participan en sus programas de formación para el empleo están en una situación tan precaria que no pueden pensar en nada más que en su próxima comida, lo que disminuye su capacidad para adquirir nuevas habilidades. La movilización del sector privado: la fundación busca involucrar a empresas de la Ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires, en sus iniciativas, tanto a través de la sensibilización como mediante la venta de productos y servicios para financiar sus programas. La sustentabilidad del programa: para garantizar que el apoyo alimentario no se interrumpa por falta de recursos, Multipolar ha diseñado un sistema de generación de ingresos a través de la venta de productos y servicios, aprovechando su red de contactos en el sector privado. Multipolar ya fabrica regalos que compran empresas del sector privado además de la entrega de frutas, snacks saludables, y agasajos para días festivos producidos por personas que participan de sus programas de inclusión social y laboral. Con el proyecto Betsaida también quieren identificar nuevos productos y oportunidades que sirvan para ampliar la oferta y las posibilidades laborales para los usuarios. Este modelo genera ingresos para los usuarios y la fundación, a la vez que proporciona una ocupación digna y significativa, permitiéndoles integrarse en la sociedad de manera más efectiva. Como Centro Regional Ecuménico de Asesoría y Servicio a través de nuestro Fondo de Respuesta Rápida y Mitigación de los Efectos de la Pandemia, buscamos aportar a proyectos como Betsaida que respondan de manera eficaz a las necesidades de las personas en situación de vulnerabilidad. Seguimos conversando en redes sociales: Facebook: @CreasLAC Instagram: @Creaslac LinkedIn: CREAS – Centro Regional Ecuménico de Asesoría y Servicio Twitter: @CreasLAC

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Consciente colectivo, formación socio-ambiental para el futuro

Consciente Colectivo nació de la iniciativa de un grupo de jóvenes que durante la pandemia se preguntaron cómo generar transformaciones reales y concretas a las problemáticas que necesitan cambios urgentes. Es un espacio que busca, desde el trabajo colectivo, el activismo y la militancia socio-ambiental, incidir en políticas públicas y en la conciencia social y así garantizar derechos y una vida justa y digna para la población argentina. “La idea nace de pensar como jóvenes cómo vamos a intervenir en la agenda política, en las formas de relacionarnos entre nosotros y con la naturaleza. Pensar distintas formas de afrontar las crisis climáticas en el sur global teniendo en cuenta que Argentina produce menos del 1% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero y cómo podemos intervenir para que existan políticas de adaptación al cambio climático. Para que todos vivamos bien debemos pensar en infraestructura urbana, que es medio ambiental, en las formas de producción y consumo de alimentos en las grandes ciudades, todo esto es transversal a lo social. Las problemáticas sociales, económicas, políticas, culturales, ambientales y climáticas deben abordarse de manera conjunta.” Ariana Krochik, Cofundadora de Consciente Colectivo Desde mayo de este año, Consciente Colectivo lleva adelante un proyecto de formación interna sobre militancia de políticas públicas en materia socio-ambiental, el cual presentaron en la última convocatoria y ha sido apoyado por el Fondo de Pequeños Proyectos CREAS. La formación de la que participan 30 jóvenes que forman parte del colectivo, consta de dos talleres presenciales y diez virtuales en los que se están educando en incidencia, comunicación y educación socio-ambiental. El objetivo es que es a partir de estos encuentros se elaboren documentos con contenidos que servirán de inducción para quienes se sigan sumando a esta colectividad. De Consciente Colectivo participan jóvenes de otras organizaciones de todo el país, y la formación funciona también como espacio de intercambio de experiencias. Se espera que más adelante los contenidos que están creándose sean replicados en sus organizaciones y queden establecidos como una instancia de aprendizaje. “El desafío que tenemos ahora es repensar cómo seguir incidiendo políticamente que no sea a través del Congreso. La educación, generar capital político y formar una ciudadanía más consciente que a futuro pueda intervenir, creemos que son las claves” Ariana Krochik Durante los próximos días, Consciente Colectivo, estará participando de la L-COY2024 Cumbre Climática de las Juventudes de las Naciones Unidas, que se llevará a cabo en Santiago del Estero, Argentina. Este evento reúne jóvenes entre los 15 y 35 años que forman parte de diferentes organizaciones ambientales y sociales, y los invita a debatir y pensar juntos posibles soluciones a las problemáticas socio-ambientales del presente en la región, en medio del contexto global. Desde CREAS, a través del Fondo de Pequeños Proyectos, apoyamos iniciativas en las que, mediante el fortalecimiento de las capacidades de las organizaciones, se formen también individuos con las herramientas necesarias para asumirse como agentes activos del cuidado de la Casa común y la vida digna.   Más sobre el Fondo de Pequeños Proyectos   Cruz del Sur: arte para la prevención de violencias   El patio de las rosas: formación y economía solidaria por y para mujeres Liderazgo juvenil y recambio generacional: la experiencia del CC Belén Diez proyectos por y para mujeres apoyados con el Fondo de Pequeños Proyectos CREAS Seguimos conversando en redes sociales: Facebook: @CreasLAC Instagram: @Creas_LAC LinkedIn: CREAS – Centro Regional Ecuménico de Asesoría y Servicio Twitter: @CreasTwitt

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CRUZ DEL SUR: ARTE PARA LA PREVENCIÓN DE VIOLENCIAS

El grupo cultural Cruz del Sur nació en 2005 en el barrio Barracas, al sur de la ciudad de Buenos Aires, como iniciativa de tres amigos. Allí conocieron al Padre José “Pepe” di Paola, párroco de la Iglesia Virgen de los Milagros de Caacupé, de la Villa de 21-24, conocieron su labor en los comedores del barrio y empezaron a hacer murales en los que se plasmaba ese trabajo en los comedores, junto con los chicos del barrio. Fue así como definieron que Cruz del Sur sería un espacio dedicado a la prevención de violencia y adicciones desde el arte para niños, niñas y adolescentes entre los cuatro y dieciséis años. Empezaron a trabajar en otros barrios y nacieron dos espacios más: el “Espacio Creativo El Arroyo” en el barrio La salle en la localidad de González Catán y otra sede en el Barrio Padre Vernazza en la localidad de Virrey del Pino, ambas corresponden al municipio de La Matanza en la zona oeste del conurbano bonaerense. Desde entonces Cruz del Sur ofrece para adolescentes talleres de dibujo, arte, pintura y mural en distintos barrios del conurbano. Su llegada al barrio La Salle en 2007, fue muy celebrada por los vecinos pues hasta ese momento no existía ninguna oferta cultural o artística para los chicos. La idea de Cruz del Sur es tener siempre de compañeros a los vecinos y trabajar en comunidad la prevención de violencia y adicciones. En 2010 tuvieron el primer acercamiento a CREAS con un proyecto en el que recibieron apoyo para un viaje a Sao Paulo, Brasil para participar en un encuentro de intercambio entre organizaciones ecuménicas de América Latina. Lo aprendido en esa experiencia lo han replicado en su trabajo durante todos estos años en sus distintas sedes. La construcción del espacio físico en el barrio Padre Vernazza, también fue apoyada por CREAS, además de la realización de murales para el barrio hechos por los chicos que participaban en los talleres. Para el Fondo de Pequeños Proyectos, como para CREAS en su misión, es esencial que los proyectos apoyados propicien el fortalecimiento de las capacidades de las organizaciones y, con ellas, las de las personas y comunidades. Actualmente, 35 adolescentes entre los 12 y 16 años de los barrios La Salle y Padre Vernazza, participan en talleres de formación sobre la Carta Encíclica Laudato Sí del Papa Francisco sobre el cuidado de la Casa Común. De lo aprendido en esta formación, apoyada también por el Fondo de Pequeños Proyectos #FPPCREAS, se proyecta que las y los chicos pinten murales en ambos barrios este 2024. Por otro lado, y para trabajar el Cuidado de la Casa Común, desde lo práctico, los adolescentes están participando en talleres de siembra de árboles y plantines para la construcción de una huerta comunitaria en el espacio del barrio Vernazza. Allí, van de visita los chicos del barrio La Salle, generando una experiencia de intercambio entre los dos espacios. El grupo cultural Cruz del Sur busca formar niños, niñas y adolescentes que encuentren en los talleres de arte un espacio de pertenencia, en el que puedan expresarse y compartir con personas del barrio. El relevo generacional es importante, que quienes están ahora formándose puedan más adelante formar a los niños y niñas que se suman a los talleres. “El desafío es crear un nuevo grupo de adolescentes a los chicos que están pasando a los 12 años. La idea es que los chicos que ahora tienen 16 años y llevan varios años en Cruz del sur, se preparen como profesores y tengan la responsabilidad de dar un taller a los más chicos, que ellos gestionen las actividades con nuestro acompañamiento y representen a Cruz del Sur en otros espacios como la Capilla de Itatí que en este momento no tiene actividades por falta de formadores”. Roberto Rodríguez, Fundador y director creativo del Grupo cultural Cruz del sur   Más sobre el Fondo de Pequeños Proyectos   El patio de las rosas: formación y economía solidaria por y para mujeres Liderazgo juvenil y recambio generacional: la experiencia del CC Belén Educadoras de la cocina: sumando saberes que transforman la comunidad Diez proyectos por y para mujeres apoyados con el Fondo de Pequeños Proyectos CREAS Seguimos conversando en redes sociales: Facebook: @CreasLAC Instagram: @Creas_LAC LinkedIn: CREAS – Centro Regional Ecuménico de Asesoría y Servicio Twitter: @CreasTwitt

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La construcción del Barrio Norita Cortiñas y el poder de la unión en tiempos de crisis

El barrio Norita Cortiñas se encuentra en la localidad de Guernica, al sur del Gran Buenos Aires. Su existencia es un ejemplo concreto e inspirador de organización social para la garantía de derechos y la vida digna. Desde 2020, sesenta familias han atravesado un intenso proceso de recomposición social, sorteando los duros efectos de la pandemia por COVID-19 que hasta hoy amenaza sus derechos básicos, incluso el derecho a una vivienda. En tiempos difíciles es la unión la que hace la fuerza y para estas familias ha sido la oportunidad de ser escuchadas y protegidas en un contexto que las invisibilizaba. En el futuro, será también mantenerse unidas y organizadas el desafío que podrá garantizar el éxito de su proyecto de construcción barrial, que desde ya está realizándose con amor y empeño. El barrio Norita Cortiñas es uno de los proyectos que estamos apoyando este año con el Fondo de Respuesta Rápida y Mitigación de los Efectos de la Pandemia. Más adelante lo contamos. El contexto Los estragos causados por el Covid y el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) decretado por el Gobierno Nacional incluyeron, no solo la afectación de salud de la población en sus efectos inmediatos, sino una enorme cantidad de rezagos que se sumaron unos con otros. Muchas personas perdieron sus trabajos y fuentes de ingresos y no pudieron seguir pagando el alquiler de sus viviendas, por lo cual se vieron obligadas a convivir con familiares y amistades hasta que la situación se hizo insostenible y se vieron obligadas a buscar opciones más radicales para garantizarse un techo. Fue este el caso de dos mil familias en la localidad de Guernica, al sur del Gran Buenos Aires, que decidieron ocupar tierras para resolver esta situación de estricta supervivencia. Por supuesto, la situación no fue nada fácil y representó una serie de enfrentamientos y escenas violentas con la policía. Este conflicto llevó varias semanas de diálogos en medio de un clima de tensión que se acentuaba con los riesgos sanitarios. En medio de la violencia, un grupo de familias se organizaron de manera autónoma para cubrir las necesidades básicas como alimentación, salud, cuidado colectivo, con lo cual organizaciones sociales, universidades y asociaciones civiles se interesaron en el proceso y empezaron a brindar acompañamiento a unos 60 grupos familiares. A pesar de los avances, a finales del año 2020 estas fueron desalojadas del terreno tomado. Este grupo de familias, con el apoyo de los varios actores intervinientes en el proceso, logró negociar una relocalización y así empezó, entonces, otro proceso de organización. En abril de 2021 conformaron la asamblea por Tierra y Vivienda Zona Sur, que más tarde sería una cooperativa y que en 2022 pasaría a ser el Barrio Comunitario Norita Cortiñas, tras el apadrinamiento del premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel y Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora. Con las orientaciones técnicas del Taller Libre Proyecto Social (dependiente de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA) y de modo participativo comenzaron las principales tareas de gestión del terreno como la división de predios y las futuras conexiones eléctricas y de agua. Con el esfuerzo y acuerdo comunitario las familias se organizaron, y con el apoyo de la Organización Civil El Galpón Cultural, y otras organizaciones más lograron hacer una compra comunitaria de un terreno en el que habitarán 56 familias con posibilidades de pagos accesibles para cada una de las familias. Sumando esperanza Tras la gestión participativa del territorio y gracias a la organización del barrio por medio de asambleas, se planifica el barrio, que se proyecta para contar con espacios verdes, plazas y salones de uso comunitario. En marzo de este año solicitaron el apoyo del Fondo de Respuesta Rápida y Mitigación de Efectos de la Pandemia de CREAS para la construcción de su Salón de Usos Múltiples. No podría ser una casualidad que la primera construcción sea un Salón Comunitario. Se parte del centro, del encuentro, para continuar beneficiando el bien común. Todas las familias del barrio serán parte del proceso a través de las mingas (una palabra de origen quechua que referencia al trabajo comunitario y solidario en común entre vecinos) y el plan parte de los conocimientos que tienen unas pocas familias y que será también una oportunidad de capacitación en autoconstrucción y mantenimiento de vivienda, lo que deriva en un fortalecimiento general de capacidades colectivas e individuales. El barrio está pensado por y para las familias, con una lógica de sustentabilidad ambiental y social. La base es la organización comunitaria, la toma de decisiones, la planificación compartida y la acción colectiva. El salón será lugar de encuentro y formación que en su condición de usos múltiples servirá para otras necesidades como el almacenamiento de materiales e incluso espacio de juego para las infancias, entre otros. Una vez terminado, tendrán lugar allí las asambleas barriales que se hacen dos veces al mes en las que las familias toman decisiones sobre los avances del barrio que se está construyendo. También se espera que sea un espacio de estudio, trabajo y ocio para quienes lo necesiten y para plantear más actividades pensadas para los niños, niñas y adolescentes del barrio. Las familias del barrio trabajan con el apoyo de organizaciones como la Cooperativa de Producción Agroecológica (COPA), Casa de la Niñez y la Juventud (CNJ), Frente de Organizaciones en Lucha (FOL), Fundación Servicio Paz y Justicia (SERPAJ), Sol Lírica, Taller Libre Proyecto Social y equipo docente del Seminario “Claves Geográficas del problema habitacional Argentino” del departamento de Geografía de la Universidad de Buenos Aires (UBA), las cuales aportan su conocimiento y trayectoria para dar soluciones a problemáticas habitacionales como la conexión a servicios básicos como luz y agua, o a conflictos sociales que pueden aparecer en el proceso. “La idea es que el barrio sea distinto a lo que conocemos, que sea algo comunitario. Fue la forma que encontramos para solucionar el problema habitacional, una de las formas de salida. Si no hubiéramos hecho esto

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El patio de las rosas: formación y economía solidaria por y para mujeres

En 2016, en Lomas de Zamora, zona sur del conurbano bonaerense, un grupo de mujeres se juntaron con el objetivo de mejorar su calidad de vida y la de sus familias. Organizaron entonces un Nodo de consumo responsable. Así, desde ese año hasta el presente, cada quince días realizan compras colectivas de verduras agroecológicas y otros alimentos producidos por pequeños emprendimientos de la comunidad. El grupo se hizo más grande con el tiempo, se sumaron más mujeres con distintas realidades y conocimientos. Se empezaron a generar vínculos afectivos y lazos de solidaridad y pertenencia con la agrupación que hoy impacta a 200 familias. Así mismo, conforme pasaban los encuentros se dieron los espacios para expresar las problemáticas de las mujeres, niños, niñas y adolescentes de la comunidad, con lo cual se decidieron a crear espacios y articular redes con otras instituciones y organizaciones en busca de las soluciones. En 2018, mientras buscaban cómo fortalecerse y seguir creciendo como agrupación, conocieron el Fondo de Pequeños Proyectos CREAS y a finales de 2019 presentaron un primer proyecto al que llamaron “Del pasillo al patio” y desde entonces mantienen una relación cercana con CREAS a través del FPP. El Fondo de Pequeños Proyectos es una herramienta con la que contamos para acompañar y fortalecer el trabajo comunitario de iglesias, redes, organizaciones e iniciativas de economía social y solidaria como El Patio de las Rosas.   Del pasillo al patio   Con este primer apoyo del Fondo de Pequeños Proyectos, la agrupación compró equipamiento para el almacén del Nodo y la feria solidaria de la que participan: balanzas, carrito para transportar mercadería y estantes que hicieron más cómodas y prácticas las ventas. Por otro lado, empezaron a ofrecer talleres de soberanía alimentaria. Estos talleres se ofrecieron de manera gratuita para las mujeres que formaban parte de la agrupación y no fueron pagos para las talleristas. Durante la pandemia siguieron adelante, y los talleres se hicieron por zoom. Escritura y serigrafía La serigrafía es una técnica de impresión en el método de reproducción de documentos e imágenes sobre cualquier material, que consiste en transferir una tinta a través de una malla tensada en un marco que deja o no pasar la tinta en cada área gracias al uso de barniz. Imagen ilustrativa, Positivos© Teniendo en cuenta la experiencia del primer proyecto con el FPP CREAS y saliendo de la pandemia, presentaron una nueva propuesta al Fondo, esta vez para capacitación y compra de equipamiento para serigrafía. Y con el nuevo espacio equipado ofrecieron los talleres, que también incluyeron de ilustración. Con estas técnicas y partiendo de lo escrito por ellas mismas en los Talleres previos de Escritura Creativa, las mujeres crearon el Libro de las Mujeres del Patio, de cuyo primer tiraje ya se han vendido y circulado todos los ejemplares. Esa experiencia con la serigrafía del libro sirvió para luego compartir la formación en esta técnica con más mujeres de la comunidad, y continuar generando propuestas formativas y productivas para las mujeres. De las Ferias en el Nodo a la Cooperativa. Con cada evento y proyecto se fueron sumando más mujeres a la organización y emprendedoras a la feria solidaria. Actualmente son 30 mujeres emprendedoras que conforman la feria y venden sus productos quincenalmente en el Nodo de consumo. En el Nodo, donde se abastecen alrededor de 200 familias de la comunidad, lo principal es la confianza. No hay una persona encargada de comprar, cada quien toma los productos que necesita y hace la transferencia o pone el efectivo en la caja.  “Este primer proyecto nos fortaleció como grupo, y pudimos establecernos en la comunidad y con lo que queremos hacer. El Patio de las rosas es una agrupación de comercialización, producción y enseñanza” Laura Orsi, coordinadora de la agrupación En los primeros meses de este año, lograron establecerse como Cooperativa con doce mujeres trabajadoras. El libro de las mujeres del patio     Con el grupo consolidado y buscando una forma de valorizar los conocimientos que hay al interior del grupo al mismo tiempo que beneficiaban a otras mujeres, produjeron un libro con el objetivo de generar una nueva forma de empoderamiento económico para ellas. Para llegar a producir el libro, diez mujeres pasaron por varios talleres: escritura creativa, ilustración, serigrafía y encuadernación. Estos talleres, por los que las talleristas recibieron pago, los impartieron mujeres que ya eran parte de la agrupación. Karina Montero, a quien conocen como Peti, empezó siendo consumidora de la feria solidaria, ahora es la profesora del taller de serigrafía. “El proyecto del libro nos animó a compartir lo que ya sabíamos con otras compañeras y algunas ahora también estamos dando talleres por fuera del Patio, nos quedó la experiencia y la seguridad para hacerlo. Así generamos otros ingresos con nuestros conocimientos” Karina Montero Las diez mujeres que durante seis meses se capacitaron gratuitamente en los talleres de formación, son en su mayoría mujeres que se encargan de las tareas de cuidados del hogar. El proceso de producción del libro les dio un espacio para ellas, para encontrarse con otras y aprender nuevas habilidades con las cuales pueden generar un ingreso propio. «Fueron espacios propios para la creación de cada una. Para pensar en poner límites en lo cotidiano y poder desarrollarnos» «Reconocer que lo que le pasa a una nos pasa a todas, pudimos reconocer que en la rutina diaria se puede buscar inspiración y la frustración puesta en común puede servir de inspiración» «Compartimos nuestras historias, las historias de nuestras ancestras, nuestros deseos y nuestros sueños» «Aquí nos sostuvimos, nos convocamos, nos buscamos, nos recordamos que todas y cada una tienen un lugar y son una presencia absolutamente necesaria para el común» Testimonios de algunas mujeres que aportaron en la creación de ‘El libro de las mujeres del patio’. Con los talleres de escritura creativa, ilustración y serigrafía, concretaron el contenido de lo que sería el libro físico. Hicieron un primer evento en donde expusieron sus ilustraciones y leyeron los textos a la comunidad. Con el apoyo

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Liderazgo juvenil y recambio generacional: la experiencia del CC Belén

Por: Lina Salas Ramírez, Coordinadora de Comunicaciones CREAS. Los Centros Comunitarios son espacios esenciales; punto de encuentro de personas y realidades que reflejan las necesidades genuinas del día a día en los territorios. Preguntándonos por los espacios de liderazgo que ocupan los y las jóvenes nos acercamos al Centro Comunitario Belén, ubicado en la localidad Jose.C.Paz de la Provincia de Buenos Aires y con funcionamiento desde la década de los 80. Este Centro es un referente no solo por sus muchos años de servicio, sino por el recambio generacional con el cual muchos de los jóvenes que un día fueron beneficiarios del centro, hoy son educadores y educadoras de las nuevas poblaciones. Una de ellas es Belén Benitez, quien lleva 25 años vinculada al centro, al que llegó en sala de 4. El CC Belén nació en 1984, principalmente como un lugar de cuidado para las infancias cuyos padres, madres o tutores trabajaban. Esta demanda fue creciendo y así lo hizo también el Centro. “Unos años después, fundamos junto a otras organizaciones de barrio que dependen del proyecto UDI del ministerio de desarrollo de la provincia de Bs As la Red de Centros Comunitarios El Encuentro, que actualmente cuenta con más de 16 centros comunitarios en diferentes partidos del conurbano. En 1998 fundamos el área de jóvenes y junto con ella una radio comunitaria FM Tinkunaco 107.3 que lleva más de 20 años al aire, y la Biblioteca Popular Paulo Freire con 11 años de funcionamiento”. A través del Centro las juventudes de la zona reciben, de manera gratuita, talleres artísticos, acceso a la biblioteca, alimentos balanceados, compañía y contención, apoyo psicológico y familiar. “Trabajamos de lunes a viernes. Los/as jóvenes vienen a biblioteca a contraturno de la escuela, eligen el taller que van a hacer y el taller de mural suele ser muy atractivo por la libertad de trabajo que tienen para expresarse. El taller de video suele trabajar con proyectos elegidos entre todxs, y también trabajamos el proyecto anual de Jóvenes y memoria, con el que al final viajamos a Chapadmalal; es una experiencia única”. Con el apoyo de algunos fondos administrados por CREAS, incluido el Fondo de Pequeños Proyectos, El CC Belén ha fortalecido sus capacidades con diversos proyectos; desde una radio hace 25 años hasta el último proyecto de mural en 2023, pasando por reformas edilicias, talleres de formación y campañas contra la violencia. Liderazgo Joven Cuando le preguntamos a Belén por los papeles de liderazgo de los jóvenes en el Centro dice que un punto central es la Biblioteca, desde donde se les propone que tengan iniciativa frente a los temas que quieran tocar en encuentros y para proponer además espacios con los más chicos. “Que quienes hayan atravesado el espacio desde hace muchos años y tienen experiencias adopten diversas responsabilidades frente a los más chicos es muy importante para nosotros; es muy valioso que se pongan en el rol de líderes. Cuando los más grandes comparten con los más chicos las experiencias desde otro lugar, desde sus propias inquietudes, vemos nuestro objetivo cumplido”. ¿Cómo fue tu experiencia como estudiante en el Centro y luego como educadora? “Mi experiencia en el CC fue increíble en un montón de aspectos. Primero, pudiendo acceder a contenidos pedagógicos que no obtenía dentro de la escuela y por las experiencias ganadas a través de las diferentes actividades. Por ejemplo, cuando estaba en Infantiles, participamos de la Marcha de los Chicos del Pueblo, que se realizaba en ese momento a nivel nacional y viajamos por todo Argentina marchando en las ciudades más importantes del país, con la bandera de que el hambre es un crimen. Esto después de la crisis del 2001 en la que se acrecentaron las brechas sociales y en la que, como infancias, marchábamos conscientes de nuestros derechos y de las vulneraciones que otros niños y niñas estaban viviendo. Una de esas experiencias que te levantan y te forman el carácter. Luego, durante mi estancia en el área de Jóvenes me formé políticamente a través de los talleres del Centro y las redes que construimos con otros centros y grupos juveniles, con lo que entendimos lo comunitario y esto me ha formado a quién soy hoy”. (…) “Ahora, como educadora, yo pienso en talleres de formación política en los que participan los jóvenes que están en el centro y en medio de la situación que se vive en la Argentina también les acompañamos en sus luchas, como la Multitudinaria Marcha en Defensa de la Universidad Pública. Cada vez hay más jóvenes que están haciendo actividades para los más pequeños; por ejemplo: Constanza da talleres de folklore, Aldu el taller de géneros, Julieta en la guardería de 4 y 5. La experiencia se sigue pasando; sigue habiendo gente que pasa por el centro y que se queda a seguir marcando la diferencia desde lo comunitario”. ¿Cuáles son los desafíos que enfrentan como Centro Comunitario en 2024? “Son gigantes. Económicamente es la parte que más nos golpea mientras deseamos sostener la cantidad y calidad de las actividades. También tenemos que atender otras necesidades que son inmediatas como el Servicio Alimentario: entendemos que nuestro trabajo es específicamente para las necesidades de la sociedad y por ende respondemos a lo que se necesita. Vamos a intentar enfocarnos en proyectos colectivos como Jóvenes y Memoria y también presentar nuevos proyectos a instituciones como CREAS que nos apoyan en nuestros objetivos. Este año deseamos realizar un encuentro de muralistas a nivel nacional porque lo cultural y lo artístico es una necesidad que los jóvenes nos manifiestan y también que en la situación actual gubernamental del país presenta una fuerte desfinanciación”. ¿Qué sientes que le debemos a los/as jóvenes como sociedad o cómo podemos brindarles mejores condiciones para vivir y liderar? Desde mi experiencia, a los y las jóvenes les debemos mucha escucha. Desde el adultocentrismo tan forjado asumimos que el adulto tiene la verdad y la razón; nos hace lastimarlos al no escuchar lo que tienen para decir, al no validar su

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Proyecto innovador de Cocinas Eficientes para la seguridad alimentaria en el AMBA

En Argentina, de acuerdo al Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina al 15 de enero el 57% de la población se encontraba en situación de pobreza, y de acuerdo a UNICEF, esta situación afecta a 7 de cada 10 niños se encuentran en esta situación. Los comedores comunitarios son clave para la subsistencia en los barrios populares. 10 millones de personas asisten a comedores y merenderos comunitarios (un fenómeno que se ha incrementado desde la pandemia por COVID-19), por lo que estos espacios son centrales en la atención a la problemática de la alimentación y el cuidado de las personas. Para contribuir a garantizar la seguridad alimentaria de 3.500 personas, 1.000 de las cuales son niños y niñas, la Asociación Civil Ingeniería Sin Fronteras está llevando adelante en diez barrios del Área Metropolitana de Buenos Aires el proyecto “Cocinas eficientes a leña”, con el apoyo del Fondo de Respuesta Rápida y Mitigación de los Efectos de la Pandemia de CREAS. Este es un esfuerzo conjunto entre ISF-Ar , La Poderosa, Hacono Estufas y la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM). Ante las problemáticas económicas que empezaron a cuestionar la posibilidad del acceso a gas para las labores de cocina, debido a los altos costos de las garrafas es que fue necesario encontrar alternativas viables para poder sustituir con otras tecnologías que posibiliten atender esta cuestión. Este tipo de proyectos constituyen una respuesta viable ante la situación crítica que viven los comedores que las organizaciones comunitarias que los gestionan en un contexto país complejo por lo económico, lo político y lo social. Este tipo de cocinas eficientes a leña permiten reducir los costos en los comedores y también colabora en la optimización de tiempos de producción, principalmente para las mujeres que trabajan en dichos comedores permitiendo otro uso del tiempo de quienes tienen a cargo las tareas de cuidado, de igual modo reduce el impacto ambiental, dado el bajo consumo de leña. La tecnología propuesta promueve la eficiencia energética por mayor aprovechamiento de combustión y transferencia de calor a la olla. Además es más sostenible que la garrafa, en tanto usa fuentes disponibles a nivel local (madera, pallets, papel) de manera asequible y sin agregado de emisiones nuevas al ambiente (carbono neutral). Esta tecnología permite optimizar el gasto de energía, los costos y tiempos de cocción a través de un método alternativo basado en cámaras de combustión “rocket”. El proceso de fabricación de estas cocinas eficientes a leña para diez comedores comunitarios se complementa con la capacitación en el uso de estos nuevos artefactos que reciben los y las vecinas de los comedores, quienes además colaboran en la construcción, y para las cocineras que utilizarán esta tecnología. A partir del intercambio de actores locales, esta iniciativa contribuye con el fortalecimiento de las redes comunitarias en el territorio y de las personas como agentes de cambio en sus comunidades, especialmente las mujeres que lideran los espacios organizados en los comedores. CREAS contribuye así junto a ISF al fortalecimiento de capacidades de las organizaciones comunitarias para identificar las problemáticas en territorios e implementar soluciones para la vida digna con conciencia del cuidado de nuestra Casa Común.

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Educadoras de la cocina: sumando saberes que transforman la comunidad

Desde hace más de 30 años la Red de Organizaciones Educativas y Comunitarias nuclea 16 organizaciones situadas en el Gran Buenos Aires. Su objetivo es desarrollar propuestas para niños, niñas, adolescentes y familias de sectores populares y vulnerables. Las cocineras de los comedores –educadoras de la cocina– son, sin duda, parte vital de los centros comunitarios y educativos. En 2020, durante la emergencia de la pandemia, fueron protagonistas. Fueron ellas quienes buscaron estrategias para, aún desde la distancia, dar apoyo y estar cerca de las familias. Durante el confinamiento, las cocineras hicieron un recetario en el que, en sus propias palabras buscaban “Acercar el calor de las cocinas de nuestros centros a cada casa” y lo entregaban junto con los bolsones de alimentos a cada familia. Así aportaron ideas accesibles y nutritivas para las comidas de toda la familia. Con la experiencia de la pandemia, lograron identificar algunas cuestiones que querían reforzar en relación a la labor de las Educadoras de cocina y con las comunidades. Fue así como en 2021, con el apoyo del Fondo de Pequeños Proyectos de CREAS, desarrollaron el proyecto “Pandemia y saberes compartidos” con el objetivo de “Construir herramientas concretas para fortalecer nuestro trabajo en cada comunidad, y para trabajar con las familias, en relación a los cuidados y la salud integral”. Durante 2021, tanto educadoras de cocina como familias de las organizaciones que conforman la red, participaron de encuentros y espacios de reflexión sobre salud, nutrición comunitaria y la valorización del trabajo y los saberes de las educadoras. El fin de estos espacios fue buscar estrategias para compartir estos conocimientos con adultos, niños y niñas. Estos espacios fueron: Dos talleres de salud mental, en donde reflexionaron sobre la pandemia y los cambios personales y comunitarios que atravesaron Tres talleres de salud y nutrición comunitaria Acompañamiento personalizado a cada centro comunitario “Si bien hemos logrado reflexionar y construir herramientas concretas para fortalecer nuestro trabajo en cada comunidad, y para trabajar con las familias en relación a los cuidados y la salud integral, creemos que con la ejecución de este proyecto hemos abierto una nueva puerta a partir de la cual surgen nuevos desafíos” Informe del proyecto Pandemia y saberes compartidos, 2021 Con las nuevas herramientas y conocimientos adquiridos por las Educadoras de cocina en los centros comunitarios, se evidenció un cambio con respecto a la relación con las familias. Si bien los centros comunitarios y las educadoras de cocina siempre habían estado acompañando las trayectorias de los niños, niñas y adolescentes, hacían más referencia a lo escolar. Ahora las familias se acercan con inquietudes y necesidades en relación a los cuidados de salud y nutrición. “Además de fortalecerse el grupo, hubo un cambio significativo en relación a la comunicación directa de las cocineras con las familias. Son ellas las que reciben la demanda directa del barrio, pudieron empezar a tener un rol más de comunicarse con las familias, todo lo relacionado a lo pedagógico y educativo o algo planeado por ellas, fueron ellas las encargadas de transmitirlo directamente”. Sol Belaustegui, coordinadora de la Red La tarea de las cocineras es fundamental en los centros comunitarios, los comedores nunca paran. Por eso, durante los últimos dos años la Red de Organizaciones Educativas y Comunitarias ha seguido trabajando con ellas y buscando espacios en donde ellas puedan compartir sus sentimientos frente a sus tareas. Durante 2023, las educadoras cocineras siguieron participando de espacios en donde reforzaron sus derechos como mujeres y como cocineras comunitarias. Además, tuvieron instancias de intercambio con mujeres de otras redes en relación al reconocimiento de su tarea en los comedores comunitarios. Con la actual crisis económica que vive Argentina, hay un aumento en la demanda de los comedores y nuevamente son ellas quienes reciben a las personas y tienen la tarea de dar contención. Ellas, en red, están buscando estrategias y planteando nuevos objetivos ante los desafíos que presenta el contexto. Para nuestro Centro Regional Ecuménico de Asesoría y Servicio es esencial aportar en el fortalecimiento de las organizaciones, de los esfuerzos cooperativos y de las capacidades de las personas para atender sus necesidades y solventar sus problemáticas desde un lugar de autonomía. Las mujeres son sujetos esenciales en el funcionamiento en las comunidades y, naturalmente, protagonistas de muchos de los proyectos que apoyamos y seguiremos apoyando, con la convicción de que los efectos son mucho más expansivos cuando nos centramos en ellas, las juventudes e infancias, y las personas menos favorecidas.

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Las Chicuelas del Ritmo, mujeres líderes construyendo comunidad

El Centro Educativo Comunitario Ramón Carrillo, ubicado en el barrio del mismo nombre al sur de la Ciudad de Buenos Aires, es un espacio de referencia en donde la comunidad encuentra respuesta a sus necesidades de recreación y cultura. Las mujeres del barrio manifiestan la dificultad para encontrar espacios donde compartir, formarse y tener momentos de sano ocio, pues son ellas las que se ocupan de las tareas de cuidado del hogar y de sus hijos. Buscando ese espacio, en el taller de baile que ofrece el centro, varias mujeres conformaron el grupo “Las Chicuelas del Ritmo”. Las chicuelas, como se llaman a sí mismas, se reúnen desde 2009 todos los viernes, en un espacio donde pueden compartir y poner en palabras sus vivencias. Entre mates, bizcochos ritmos y coreografías, las chicuelas se escuchan y acompañan. En 2021, con el apoyo del Fondo de Pequeños Proyectos de CREAS, equiparon y acondicionaron el salón de baile. Un espacio que compartían con las niñas y adolescentes de Circrobacia, el taller de gimnasia y arte circense que ofrece el centro comunitario. Con este apoyo de CREAS, además hicieron salidas al teatro para nutrirse de otras propuestas culturales. “La propuesta de Chicuelas es que puedan participar sin los hijos y sea un tiempo para ellas mismas. Empezaron a delegar el cuidado de los niños en padres, familiares o vecinas para ese momento de la semana. Las animó a darse ese espacio. En el grupo no sólo bailamos y hacemos ejercicio, que son actividades generalmente destinadas a los chicos y cuando crecemos las dejamos de hacer, sino que nos permitimos hablar del 8M, hacer salidas culturales o tenemos espacios de lectura. Eso les abrió a estas mujeres un mundo desconocido para ellas” Carolina Sobral, profesora de danza Un deseo que tenían desde hace varios años era mejorar el salón de ensayo para sentirse más cómodas y fortalecer el trabajo artístico. Al recibir el apoyo, éste se convirtió en un objetivo por el que trabajaron en equipo. Tanto las mujeres “históricas” del grupo, como las que se habían unido pocos meses antes, en compañía de sus familiares y allegados, formaron parte del acondicionamiento del espacio. Este trabajo colectivo fortaleció los vínculos. Se evidenció mayor sentido de pertenencia a “las chicuelas del ritmo” y al Centro Comunitario Ramón Carrillo entre las mujeres que participaron. Con los cambios el taller de baile se potenció como un espacio de encuentro, acompañamiento y contención, en donde las mujeres encuentran resoluciones conjuntas ante problemáticas que puedan surgir y de empoderamiento para vivir mejor. “No es solo ir a una clase y volver a su casa. Muchas de ellas a partir de conocerse en el espacio del taller se hicieron amigas y empezaron a compartir el cotidiano y, hoy por hoy, me cuentan que se van de vacaciones juntas, se animan a viajar juntas a sus países: por ejemplo volver a Paraguay. Se crearon vínculos, van a sus cumpleaños, se organizan fiestas sorpresas entre ellas. Las fortaleció individual y colectivamente; la participación en Chicuelas les dio un abanico de oportunidades. Lo celebramos como institución y como agentes del estado que garantizan el derecho al esparcimiento, la recreación y el tiempo libre” Carolina Sobral A lo largo de sus dos décadas de existencia, el Fondo de Pequeños Proyectos – FPP CREAS ha apoyado numerosos proyectos artísticos, culturales y deportivos. Los espacios destinados al ocio y la recreación suelen quedar marginados al abordar las necesidades de las comunidades vulnerables, y muchas veces se quedan sin la oportunidad para ampliarse, crecer y transformarse. CREAS se compromete con iniciativas de este tipo, especialmente destinadas a mujeres y niñas, pues estamos convencidos de que desempeñan un papel fundamental en la construcción comunitaria y la creación de nuevos vínculos sociales. Además, reconocemos su impacto significativo en la subjetividad de las participantes: fortalecen el autoestima, amplían las redes sociales y contribuyen a una vida más saludable en todas sus dimensiones. La existencia de un espacio como «Las chicuelas del ritmo» es el resultado tangible de la organización comunitaria. Estos lugares no sólo impulsan la transformación personal de quienes los frecuentan, sino que también fomentan una distribución más equitativa del tiempo y el trabajo, promoviendo así una comunidad más justa y equitativa. Desde CREAS somos conscientes del poder transformador que tienen las comunidades al contar con autonomía para su propio desarrollo. Los apoyos que podemos destinar a través de nuestro Fondo de Pequeños Proyectos en lo económico, en capacitación, en la organización de encuentros de articulación e intercambio, tienen el objetivo de propiciar el fortalecimiento de las organizaciones como puntos de encuentro entre las personas para la promoción de la vida digna.

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Derecho al agua y alimentación saludable en Chaco

La larga sequía que sufrió hasta el año pasado Argentina afectó a vastas zonas del país y las comunidades rurales de la provincia de Chaco se vieron gravemente afectadas. Las complicaciones que surgieron como consecuencia de esta sequía para los sectores vulnerables de la población y las comunidades indígenas que habitan la provincia se vieron amplificadas, además, por los efectos aún presentes de la pandemia del covid-19. Para reivindicar los derechos vulnerados y promover el acceso al agua suficiente y segura, como así también a la salud y bienestar para las Comunidades Originarias de la zona, INCUPO con el apoyo del Fondo de Respuesta Rápida y Mitigación de Efectos de la Pandemia, desarrolló el proyecto Derecho Al Agua Y Alimentación Saludable en las cercanías de San Bernardo, comunidades wichí de Lote 3 y Las Tolderías. La construcción de aljibes para la recolección de agua y la creación de huertas familiares y comunitarias en las cuales sembrar alimentos saludables fueron las acciones con las que la comunidad con el acompañamiento de INCUPO, ha podido tener acceso al agua suficiente y empezar a cambiar sus hábitos nutricionales y así tener una mejor calidad de vida. Las familias de Lote 3 y Las Tolderías fueron protagonistas de la ejecución del proyecto. Los líderes de cada comunidad estuvieron acompañando las decisiones y acciones planeadas. También fueron el vínculo directo con el personal del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria – INTA -, Soporte y Alerta Temprana en Eventos Meteorológicos – SATEM- y los intendentes de los municipios de Charata y San Bernardo que acompañaron y fueron actores clave del proyecto, a partir de articularse en la Mesa Local del Proyecto. Por otro lado, los jóvenes participaron activamente cavando y construyendo los aljibes de placa cemento con recolección de agua de lluvia. Las mujeres también construyeron e hicieron parte activa de las capacitaciones en alimentación saludable. Lo construido y logrado   Se construyeron tres aljibes y tres huertas familiares. Además se reemplazaron las cañerías rotas de la bomba de agua de la comunidad de Lote 3. Con esto, 6 familias nuevas han tenido acceso al agua de manera suficiente y 27 familias integraron hábitos de cuidado del agua. Se hizo recambio de los bidones de agua para 30 familias. Con estos bidones las familias hacen la recolección de agua para su día a día. Anteriormente, estos bidones eran reciclados de productos agro tóxicos utilizados por los productores sojeros de la zona. Se hicieron tres huertas familiares y comunitarias. Junto con las capacitaciones brindadas por INCUPO con el apoyo de la Mesa Local del Proyecto, 12 familias incorporan verduras en su alimentación para hacerla más saludable. Algunos aprendizajes   Con el proyecto, las personas de las comunidades de Lote 3 y Las Tolderías, aprendieron sobre su derecho al acceso al agua limpia y suficiente, sobre cuidado del agua y sobre alertas tempranas para poder prevenir y tomar medidas en caso de algún evento meteorológico como una forma de prevenir los efectos de algún desastre en la zona. Además, incorporaron conceptos de alimentación saludable y nuevas recetas. Nuevos aprendizajes en diálogo con su sabiduría ancestral wichí. Por otra parte es de destacar la participación de los jóvenes y mujeres de la comunidad en la toma de decisiones y procesos de organización. La comunidad, en conjunto, ha conversado y buscado soluciones a las problemáticas con las que conviven. Por ejemplo, los desechos agro tóxicos que se vierten en las cercanías de sus territorios y el uso de bidones contaminados para la recolección de agua. Este tipo de proyectos contribuyeron a mitigar algunos de los efectos adversos que la pandemia de COVID-19 dejó en las comunidades, algunos de los cuales se invisibilizan o naturalizan como el aislamiento en la salud mental, el déficit en el acceso a alimentos saludables a un costo razonable, asuntos que se suman a la sequía histórica que afectó al país Para CREAS, la articulación con organizaciones como INCUPO es central para acompañar a las comunidades en la solución de problemáticas que afectan su vida en el día a día (y por ende requieren respuesta inmediata), desde un lugar de autonomía y dignidad que, al integrarlas a largo plazo, sean oportunidades para la vida digna y sumen al cuidado de la Casa Común.

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