Creas.org

COVID-19 y la Educación como Derecho

La pandemia del COVID-19 ha tenido en América Latina un cuádruple impacto: sanitario, económico, político y educativo. Me concentraré en este último punto, no desligado de los anteriores, teniendo en cuenta la realidad presente y la que se proyecta en el período post pandemia. De tres maneras el cierre de las escuelas, la desigualdad digital y la emergencia de alternativas no formales ha afectado a las familias, comunidades y organizaciones. La escuela (entendida como todo centro educativo) es un organizador de la vida social más allá de su función pedagógica. Organiza tiempos, permite trabajar a padres, madres y cuidadores/as, brinda servicios de alimentación, proporciona en algunos casos los únicos espacios de conectividad disponibles. Es el espacio constitutivo de lo social por excelencia en la infancia y adolescencia, pero su alcance se proyecta a la sociedad en su conjunto. Por otra parte, escuela es el entorno de transmisión y apropiación de saberes valiosos para una sociedad, que se traducen en habilidades fundamentales para la vida cultural, social y económica, y en la posibilidad de construir un sentido compartido de ciudadanía y de derechos. Más allá del desarrollo cognitivo, de habilidades y de valores, la escuela es un ámbito de significación de lo social, incluyendo a la pandemia como contexto y como vivencia para los actores del proceso educativo. El cierre de los centros educativos y la desigualdad digital han afectado la continuidad de los aprendizajes en un sentido amplio. En tercer término, el marcado énfasis en lo cognitivo, en particular a partir de la escuela secundaria, deja en evidencia las pocas herramientas en los modelos tradicionales para atender los efectos socioemocionales o psicosociales de la pandemia en los niños/as y jóvenes, las familias y los/as docentes. Padres, madres y cuidadores/as (en particular las mujeres) intentan conciliar la vida laboral, las responsabilidades familiares, las actividades en la comunidad, y su propio bienestar personal. El aislamiento, la reducción de interacción social, la interrupción de las rutinas, la convivencia en espacios reducidos, las limitaciones tecnológicas, la privación de métodos de aprendizaje tradicionales ha resultado en mayores presiones, estrés y ansiedad. No es posible pensar en desarrollo cognitivo sin conexión social y seguridad emocional. Los gobiernos de la región y los organismos multilaterales han dado ya una voz de alerta sobre la manera como la pandemia ha profundizado las desigualdades preexistentes en el ámbito educativo. Existe un reclamo unánime de los organismos de política públicas sólidas que aseguren el derecho a la educación, en particular de las poblaciones que viven en condiciones socioeconómica de mayor vulnerabilidad. En este sentido, es claro que la responsabilidad para asegurar el acceso y ejercicio del derecho corresponde a los Estados, priorizando la vida y salud de la población. ¿Pueden sumar esfuerzos la sociedad civil y las iglesias para contribuir a que niños, niñas y adolescentes gocen de la educación como derecho? Observamos cinco dimensiones en las que la diaconía de las iglesias puede hacer un aporte: En la resignificación y sostenimiento de la organización comunitaria a nivel territorial. La pandemia ha alterado la interacción y la calidad de los vínculos a nivel comunitario, y en lo educativo ha significado un corrimiento de los roles tradicionales. Los/as educadores no solamente desempeñan tareas diferentes; también ha cambiado su relación con las familias, y el propio lugar social del educador/a se ha modificado. Padres, madres y cuidadores/as se han visto repentinamente jugando roles docentes. Niños, niñas y jóvenes se encuentran en un lugar de educando muy diferente al que existía hasta ahora. Poder hacer significativas las prácticas, su sentido subjetivo y sus implicancias sociales es una tarea urgente de las organizaciones de base y de las iglesias, para poder fortalecer el entramado social en el territorio. Promover y sostener la organización en lo territorial es clave para pensarse como comunidad educativa, que habilite a instituciones, educadores/as y familias a una la reflexión sobre los problemas de la educación preexistentes y los derivados de la pandemia, y a la elaboración de soluciones apropiadas a los contextos y las capacidades locales. En el rescate de la perspectiva de la educación popular como proceso político pedagógico inscripto en la historia de los movimientos sociales y del movimiento ecuménico latinoamericano. Esta perspectiva nos coloca ante dos preguntas clave: primero, aquello que Paulo Freire llamó el “inédito viable”, la dimensión utópica cuya construcción política se constituye en un imperativo ético. Es la cuestión de qué sociedad queremos ser y construir, qué saberes son necesarios, qué es necesario aprender y cómo. La segunda pregunta es sobre lo que podríamos llamar el “inédito real”: la conciencia de que estamos viviendo un tiempo realmente inédito a nivel global, y que nos debe llevar a plantearnos qué es lo que podemos y debemos aprender de este tiempo. Es decir, cómo constituimos espacios de construcción del sentido subjetivo y social de la experiencia en la pandemia y sus implicancias culturales, económicas y espirituales. En este contexto ya transformado, es necesario movilizar saberes para orientar el cambio a realidades más justas y solidarias. Esto implica también revisar contenidos y métodos a las nuevas condiciones en que se desarrolla la tarea educativa: la inadecuación de los locales para el distanciamiento, las consecuencias de la desigualdad digital, la carencia de habilidades en el uso de tecnologías, y al mismo tiempo actualizar de manera creativa las mejores estrategias elaboradas en la tradición de la educación popular. En el fortalecimiento del apoyo psicosocial y pastoral a las familias y a los educadores y educadoras. La comunidad de práctica de apoyo psicosocial de ACT Alianza realizó un relevamiento del impacto psicosocial de la pandemia derivados del distanciamiento social, el relacionamiento mediado por tecnologías, la violencia de género, el incremento de la carga de trabajo sobre las mujeres, y los problemas económicos. Éste es un tiempo en que más que nunca se necesita una acción educativa en favor de la empatía, la solidaridad, el apoyo mutuo, la tolerancia. No siempre los modelos educativos tradicionales han prestado suficiente atención a esta dimensión. Se ha desconocido que las habilidades socioemocionales

Leer mas »

¡Las vidas importan! ¿Cómo ser una voz profética en nuestros días?

Brasil es un país con sólidos principios religiosos. ¿Cómo podemos ser una voz profética? Si preguntamos a cualquier brasileño o brasileña si confía en Dios, independientemente de su tradición religiosa, un número grande y significativo de personas dirá que sí, ¡creen! Pero, ¿cuánto interfiere esta creencia en las relaciones humanas? Con el advenimiento del COVID 19 al Brasil, traído por personas de la clase alta, que hicieron viajes internacionales y se contaminaron en el extranjero, tuvimos que aprender a lidiar con nuestras fragilidades personales e institucionales. Uno de los primeros casos en el país fue el de un hombre de 61 años, residente en São Paulo, que en febrero pasó dos semanas en Italia. Fue internado en el caro Hospital Albert Einstein, su diagnóstico fue confirmado el 26 de febrero, y se curó de la enfermedad dos semanas después. Pero, como ya se había visto en otros países, el virus se fue extendiendo rápidamente, y algo que para algunos era sólo una “gripecita” ha diezmado a miles de personas diariamente en Brasil. Hoy el coronavirus mata más en la periferia que en los grandes centros y en los barrios de clase alta. Mata más a negros, pobres, personas ancianas que viven en situaciones precarias de falta de saneamiento básico, muchas que viven en casas de pocos metros cuadrados. La condición primordial para evitar la infección del COVID 19 es simplemente imposible. Mientras que las personas de clase media-alta se han refugiado en sus casas de campo, chacras y haciendas, lo que les permite un aislamiento sin precedentes, la población pobre y que vive en las zonas periféricas se enfrenta diariamente al virus en sus casas, en el transporte público o en sus actividades económicas. Es un hecho que el gobierno federal tardó mucho tiempo en reaccionar, en darse cuenta de las demandas que llevaron a millones de brasileños y brasileñas a luchar por la supervivencia en todos los sentidos. Y continúa sin actuar. Incluso con la legislación internacional que prevé acciones de protección específicas para los diferentes pueblos, incluyendo las poblaciones indígenas y tradicionales (como el Convenio 169 de la OIT), con tratados y políticas nacionales dirigidas a la inclusión y el cuidado de personas en situación de vulnerabilidad social, el gobierno federal continúa simplemente pretendiendo que nada de eso existe. Pero los hechos hablan por sí mismos: los números y las historias de las personas que no pudieron luchar por su vida porque no recibieron la atención prevista en nuestra Constitución. En este sentido, la pandemia sirve como lente de aumento para que la sociedad toda no pueda negar el abismo social que la rodea. Por lo tanto, es fundamental poner en evidencia la falta de acción del Ejecutivo y del Legislativo para garantizar la vida de todas las personas. ¡Pero algo más ha ocurrido! Se formó una gran ola de solidaridad, con la ayuda de organizaciones y movimientos sociales, empresas, comunidades religiosas y colectivos garantes de derechos. La triste realidad diaria estampada en los medios de comunicación, llama a la comunidad a la generosidad. Personas de diferentes matrices religiosas han movilizado, y siguen movilizando, alimentos y materiales de higiene, y se responsabilizan de mantener a las familias alimentadas todos los días. Esta acción ha movilizado millones de recursos en donaciones, a pesar de que resultan insuficientes frente a la enormidad de la crisis. El desafío estaba planteado. Las comunidades religiosas necesitaban reaccionar ante una pandemia que causaba pérdidas, dolor y sufrimiento diarios. ¿Cómo ser una voz profética en medio de la pérdida de vidas? Las palabras de 2 Cor 13:11-13 nos invitan a reflexionar sobre nuestra fe en el Dios Trino y las manifestaciones de esta fe en la vida comunitaria, especialmente en el momento actual. ¿Cuál es la autoridad en la fe que seguimos en estos días de distanciamiento social, días en que las comunidades religiosas no podían reunirse en comunidad? ¿Cómo practicar la generosidad hacia quien hasta entonces era invisible para mí y a los ojos del mundo? ¿Cómo reaccionar ante el avance de la violencia doméstica, que victimiza a mujeres, niñas y niños, adolescentes, ancianas y ancianos? ¿Cómo reaccionar ante la destrucción de la selva amazónica por la avaricia del agronegocio? ¿Cómo intervenir ante la exposición de los pueblos indígenas a COVID 19? ¿Cómo no indignarse ante la vulnerabilidad de las comunidades negras tradicionales, que carecen de atención hospitalaria? Podríamos quedarnos aquí, transcribiendo muchas realidades indignas y escandalosas, que niegan la dignidad humana y violan todos los derechos sociales ya conquistados. Es necesario poner en práctica todo el discurso que creemos que es el más correcto y coherente con nuestra fe. La pandemia viene como una intervención para poder asumir en su vida cotidiana la experiencia de la fe. En este caso, necesitan la acción del Espíritu Santo de Dios que derrama sus dones sobre la comunidad. Las palabras que hasta entonces reverberaban en nuestras oraciones ahora crean vida. «Confort» significa ayudarse mutuamente. Amarse «significa amar sin distinción». Sentir lo que el otro siente, y practicar la empatía para entender las diferentes formas de ser. La diversidad está entre nosotros. Nuestros muchos dones necesitan ser dirigidos al mismo foco, al mismo objetivo. Una Koinonia, en la que las vidas son materia. Y eso es todo. Nada más que eso. Todas nuestras actitudes deben ser guiadas por esta meta, este objetivo – la vivencia del Reino, en la misericordia, el perdón, la gracia, la paz y el amor. Escrito por Ana Gualberto – Historiadora con Maestría en Cultura y Coordinadora del Eje Derechos de la Comunidades Negras Tradicionales de KOINONIA. Ester Lisboa – Asistente Social y Coordinadora del Eje Derechos de las Mujeres y Población LGBTQIA+ de KOINONIA.

Leer mas »

Voces internas desde Bolivia para retornar al corazón de la vida

“La humanidad es un bello sueño creíble, con legados palpables en rostros y lenguajes de abundantes “economías”, utopías e iconografías vivientes, la riqueza más preciada para nuestros territorios diversos; no siempre comprendidos. Nos llegaron terribles “visitantes” catastróficos, y hoy una pandemia, hambrunas y demás; y nos hemos arreglado y negociado con éstos fenómenos desde lo ancestral; llegaron y se quedaron con nosotros¡”  E.Ch.Y./TM2020Bol. Lo de Bolivia, no sólo es una crisis “sanitaria” sino también una crisis política polarizada, racismo mediático, con acciones directas y simbólicas de negación y rechazo. Siendo catalizadores de mucha indignación.Venimos de procesos dolorosos en nuestra historia, y en los últimos años se intentaron hacer cambios estructurales, sin lograr romper con las estructuras de un Estado Colonial, llegando a la instrumentalización de las organizaciones llamadas “indígenas”, y procesos de cambio, en la que hemos apostado, y hoy rebasa a cualquier partido político. Existen negociaciones infructuosas, pactos de Unidad entre políticos que no generan condiciones de credibilidad. No hay interlocutor válido quien recoja las demandas históricas ante un Estado que no tiene legitimidad.Un gobierno transitorio que se toma atribuciones, afectando significativamente  Derechos como la Salud, Educación, la cultura. Con cambios de ministerios al interior de éste gobierno, que son escandalosos.  Sumado a éstos datos altos en feminicidios, infanticidios en las ciudades y sectores periurbanos y abandono de los Pueblos Originarios. Momentos de extrema tensión ¡ Las elecciones en Bolivia, es un tema central y una alternativa en nuestro imaginario de cambio que podría poner orden al caos. Es momento donde tenemos que construir nuevamente; reorganizarnos y materializar lo propuesto y agendado en un Estado Plurinacional y nos permitamos dialogar en otro plano. La resistencia, contención desde lo andino y amazónico en solidaridad, son valores ancestrales entre los Pueblos que se reconocen, así como las marchas por la Vida y la Dignidad. Y vemos que el actual gobierno transitorio apoya políticas en favor del Agro negocio (transgénicos), y modelos extractivos, socavando la riqueza de los Pueblos originarios y que afectarán a todo el planeta. Sabemos también que es una tarea nuestra, y nadie vendrá a solucionarlo y esto requiere de nuestra voluntad, saberes, con todos los sectores articulados orgánicamente; ya que de otra forma podríamos desaparecer ante éste contexto de crisis política, económica y mundial; e integremos todos con la misma dignidad en lo que se llama identidad nacional. En una reivindicación de todos, grandes, pequeños, jóvenes y viejos de todas las comunidades. Sumado calidad y compromiso con la participación de mujeres.La frase “otro mundo es posible” Hoy resuenan más fuerte,  y desde dónde hemos hecho camino? desde qué paradigmas? Sabemos, que toda creencia, “fenómeno religioso”, afecta la realidad social, cultural y político. Siempre ha existido el fenómeno religioso: el mediador entre el pueblo y el gobierno. Hemos obedecido a perfección los mandatos “divinos” y sus paradigmas y así hemos vivido. Ahora, es vital replantearnos una dislocación de espacio- tiempo, para mirar con esperanza otra realidad, y podamos retornar a una existencia digna desde nuestro interior, con nuestras verdades y “teologías” en un horizonte amplio y pleno, de y para una humanidad sagrada.Se habla de contenido y forma.  Conectar con otras sabidurías, novedad y frescura pero con trampas de una mentalidad antigua, es un alto riesgo. El slogan: “La Biblia va a volver al palacio de gobierno”   Como proceso, hay que seguir trabajando para romper la colonialidad interna, entre otras efervescencias cristianas y seculares. Están muy presentes las conexiones que hace la gente de barrio, artistas, movimientos ambientales, y demás actores y la “ausencia” de las iglesias es visible. No hay conexión. Los derechos humanos empieza aquí, entre diferentes y sus respuestas para tener nuevos relacionamientos en la cotidianidad. Es este estado de situaciones de sobrevivencia, la cultura se podría entender desde las políticas públicas e involucrar de otra manera y con transparencia. Y honrar un “Lugar” no desde la jerarquización y desprecio, sino de ida y vuelta. Una lectura de esperanza, es revitalizar la imaginación dentro éstas lógicas y encierros, Es una la paradoja.¡¡¡ Que la creatividad florezca, y veamos más allá de lo aparente. Las interpretaciones, la lectura e imágenes de nuestros territorios con cánones monolíticos trasplantados, han sido instrumentos de negación para una gran parte de la humanidad, y perdemos mucho cuando se extingue una «lengua” y nosotros  perdemos una parte de nuestra humanidad. La escucha profunda, un diálogo sin gramáticas hegemónicas estereotipadas que haga posible nuevos relacionamientos en el aquí y ahora ¡ Hacen falta todas las estéticas y sabidurías con ética y belleza para sostener este desafío en solidaridad en una comunidad diversa como es el planeta. Erlini Tola Medina: Teóloga, educadora popular, artista, artesana y cantautora. Es parte de la Comunidad de Sabias y Teólogas de Abya Yala y de la Red Ecuménica de Teólogas en La Paz, Bolivia. Es directora del Museo Vivo Interactivo «YATIYAWI» y ejerce su pastoral desde su identidad espiritual Quechua Leco.

Leer mas »