Repasando la historia misma de los procesos de construcción de derechos humanos y su relación con la acción humanitaria, esta podría estar inspirada en el relato bíblico del Buen Samaritano (ver Lucas 10, 25-37) en el cual se brindó ayuda concreta y tangible a quien había sido dejado de lado en un camino tras ser víctima de violencia y de la indiferencia de quienes por su origen, religión o por su pertenencia étnica, lo dejaron de lado.
Pero hubo alguien, que dejando toda clase de diferencias o preconcepciones, lo atendió sin vacilar, sin preguntar, así acogió en una posada a la víctima, se ocupó de que sea alimentada, curada, alojada y además pagó por su cuidado. Un claro ejemplo de algo tangible y concreto para cuidar la vida, algo que hoy siglos después sigue inspirando para actuar, para no ser indiferente ni discriminar a nadie. Un aspecto central en donde se nos revela que toda acción humanitaria es parte del campo de la diaconía, pero no necesariamente toda labor de diaconía es acción humanitaria, pese a tener aspectos solidarios comunes.
En las últimas décadas se ha hecho más visible, como producto de la modernidad, la labor milenaria de las Organizaciones Basadas en la Fe (OBF) las cuales más allá de las denominaciones y su pertenencia o no al campo ecuménico, trabajan en diversos ámbitos humanitarios donde encuentran un diferencial en la manera en que desarrollan su servicio, su manera de llevar adelante la diaconía, la forma de llegar a otros y otras que sufren, que se encuentran en situación de vulnerabilidad, llevando más allá de las características de la acción humanitaria, un gesto y una palabra de esperanza.
En 2021 , Naciones Unidas conmemora el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria y con el lema “Una carrera por la humanidad”, pone de relieve las consecuencias inmediatas de la emergencia climática para las personas más vulnerables del mundo y hace un llamado al desafío mundial para la acción climática en solidaridad con las personas que más lo necesitan. Recordándonos que las personas más vulnerables del mundo, son las que menos han contribuido a la emergencia climática mundial y son las más afectadas.
A este desafío nos hemos sumado, también poniendo en práctica la enseñanza del buen Samaritano, como principio de acción conjunta de CREAS y como parte del Foro ACT Alianza Argentina que en los últimos años y especialmente en el contexto de la pandemia, encamina esfuerzos para mitigar los efectos de la sequía en la región del Gran Chaco, junto a otra organización basada en la fe como la Junta Unida de Misiones (JUM) , que desde su trabajo territorial, y con apoyo del foro ACT Argentina, consiguió desarrollar procesos comunitarios para llevar agua a lugares y espacios necesarios para contribuir a la vida digna de familias de pueblos originarios y criollos muy carenciados en esta subregión suramericana.
Este imperativo de acompañar quienes más sufren frente los efectos del cambio climático ha movilizado la unión de esfuerzos nacionales e internacionales que se han plasmado a partir de la constitución en el 2020 en la Red Humanitaria Internacional Argentina (RHIA), integrada por todos los organismos de Naciones Unidas vinculados a los temas humanitarios, el Estado Argentino a partir de los organismos que integran el Sistema Nacional de Gestión de Riesgos (SINAGIR) y organizaciones de la sociedad civil de carácter internacional presentes en el país, entre las que se encuentran la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (FICRyMLR), ADRA Argentina, Cruz Roja Argentina, Cáritas Argentina entre otras, de este espacio el Foro Argentino de ACT Alianza también forma parte.
En el estado actual del mundo y de la región unir esfuerzos para la atención de quienes más sufren y el cuidado de la casa común no solo son asuntos de agenda, sino también es parte del imperativo humanitario en donde no hay más tiempo para grandes declaraciones o planes, sino para la acción inmediata que permita encontrar nuevas formas de producción sustentables y amigables con el medio ambiente, que contribuyan a reducir los efectos negativos del cambio climático, en un mundo que transita las inequidades de la pandemia por COVID-19, en un contexto global, regional y nacional complejo, cambiante y plagado de incertidumbres; en donde el rol de los Estados es central, junto con la comunidad internacional.
Y en esto nos va la vida de todas y todos quienes somos parte del planeta, y en estos temas el trabajo humanitario está siempre presente, ahora la tierra clama por ser cuidada, amada, respetada como una muestra más amable y consciente del cuidado de la Creación, con una perspectiva más fraterna de la convivencia, más plena en acceso a derechos, más justa, solidaria y humana.
Escrito por Jorge Fernandez, licenciado en Organización y Dirección de Instituciones, posee un Diplomado Internacional en DD.HH., Gestión de Riesgos a Desastres y Políticas Públicas. Tiene 18 años de trabajo en el sector humanitario, fue Director de Programas de Cruz Roja Argentina. Ha dirigido el Centro de Apoyo al Refugiado para ADRA en Buenos Aires. En CREAS es asesor de procesos comunitarios.