agosto 11, 2021

Sin nada que perder

Escrito por John Martinez, , economista, teólogo, pastor de la Iglesia Diálogos y Fe en Bogotá, Colombia.  Parte del equipo del Programa de Religión y Desarrollo en CREAS. La movilización social que ha tenido lugar en diferentes países en América Latina durante los últimos años ha sido protagonizada por jóvenes. Este sector poblacional que puede ser clasificado por su condición etarea, también puede caracterizarse por las causas que lo han llevando a visualizar múltiples reclamos y denuncias que dan cuenta de una realidad limitante de la dignidad humana. El compromiso social y la representatividad popular de los jóvenes latinoamericanos son razones por las que es fundamental el fortalecimiento del liderazgo juvenil y su acompañamiento por parte de las organizaciones basadas en la fe y las iglesias. Los jóvenes que se manifiestan en las calles están enfrentando en primera línea las agresiones institucionalizadas, mediáticas, militares, judiciales y sistemáticas que buscan acallar, estigmatizar y reducir la fuerza juvenil vocera de problemas estructurales que van más allá de los efectos de la pandemia. Un sondeo realizado para esta reflexión, a referentes religiosos en México, Honduras, Nicaragua, Colombia, Perú y Bolivia sobre las necesidades más sobresalientes de la juventud, expresa razones más específicas de la importancia del fortalecimiento del liderazgo juvenil. Estos referentes señalan problemas como: escasa posibilidad de culminar estudios secundarios, técnicos y universitarios; precarias oportunidades de trabajo digno y bien remunerado; prevalencia de la informalidad y subempleo; derivación en dificultades de salud mental y equilibrio emocional; agravamiento de las condiciones para las mujeres; padecimiento de una crisis de propósito de vida que incluso abarca a quienes pudieron acceder a algún tipo de estudio pero que no lo pueden realizar. Desde CREAS promovemos el acompañamiento al liderazgo juvenil junto al sector religioso y ecuménico, porque desde nuestro trabajo, damos testimonio de cómo la formación y orientación, contribuye a la generación de propuestas y soluciones creativas que son impulsadas por la juventud con un sentido vocacional y místico de la fe. Se necesita bastante fe e innovación frente a esta realidad que se agudiza y se torna desesperanzadora. El cruce de estos problemas complejiza aún más el escenario. Por ejemplo, la forma en que gran parte del efecto de estos problemas es asumido por las mujeres jóvenes en términos de incremento de embarazos no deseados, abuso sexual incluso en las movilizaciones sociales, o estrechamiento de posibilidades que alimentan la prostitución. Otro ejemplo, es cuando los y las jóvenes enfrentan al mismo tiempo tanto del cierre de oportunidades académicas y como de las laborales, generando efectos como grupos delincuenciales, narcotráfico en pequeña y gran escala, migración internacional y desplazamiento interno con todas sus implicaciones, y manifestaciones violentas que se convierten en caldo de cultivo para todo tipo de fines políticos y económicos. Por tanto, los y las jóvenes siguen luchando y sobreviviendo siendo violentados y contando muertos. El acoso de las problemáticas que enfrentan paradójicamente les ha proporcionado fuerzas para resistir y propiciar nuevos tiempos. Ilustraciones de efectos del liderazgo juvenil son la defensa del orden democrático frente a la crisis política en 2019 en Bolivia y 2020 en Perú; el proceso que desde 2019 confluyó en la reforma constitucional en Chile; o la resistencia de los jóvenes en Colombia desde el sostenimiento del acuerdo de paz después del fatídico “no” en el plebiscito de 2016, hasta la movilización social por múltiples factores en 2021. Los engranajes opresivos siguen arrebatándole todo a los jóvenes, pues les han sacado hasta los ojos literalmente y, al decir popular, les han quitado hasta el mismo miedo. Es prioritario que las organizaciones basadas en la fe y las iglesias acompañen y fortalezcan al liderazgo juvenil que busca diferentes caminos y alternativas a través de iniciativas solidarias, proyectos de igualdad, programas de justicia, redes de apoyo, movimientos estudiantiles y plataformas diversas de compromiso social. Muchos jóvenes latinoamericanos se expresan hoy de estas formas variadas habiendo agotado todos los recursos y sin nada que perder.

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Hacia una juventud resiliente e inclusiva

Escrito por Rvda. Susana Sánchez.  Pastora, teóloga, psicóloga y directora de la escuela de teología Universidad Nacional Evangélica. Es Presidenta de El Consejo Nacional de la Juventud Cristiana – de República Dominicana CONAJUCRI -RD.  Egresada de la Universidad de Oxford Inglaterra, es Magíster en Divinidad del Seminario Evangélico de Puerto Rico y présbitera de la Iglesia Evangélica Dominicana. El Día Mundial de la Juventud, nos encuentra con un mundo enfermo por la pandemia y su variante del Delta. En medio de un continente Latinoamericano marcado por una realidad con una gran brecha digital, pero con un continente joven lleno de esperanza y fe, escuchando las palabras del Señor a través del profeta Isaías, “Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro dios”, Isaías 40: 1, pues el Dios que interviene en la historia continua hablando hoy a toda la juventud del mundo. Las nuevas generaciones, tanto de la República Dominicana como del Caribe y América Latina, son una juventud resiliente y llena de fe.  Una juventud que camina unida confiando en el Dios de la vida y productor de esperanza, fuerte como el árbol del bambú, que se dobla pero no se rompe. El Consejo Nacional de la Juventud Cristiana -CONAJUCRID, de República Dominicana, desde esta parte del continente levanta su voz por una juventud que trata de entender un contexto socio-cultural y religioso, marcado por la tendencia tecnológica, por los nuevos cambios, nuevas maneras de ser y del hacer, nueva definición de lo humano a lo que se le añade hambre, pobreza y dolor. Pero también una juventud que necesita entender su fe y vivirla desde una diaconía que le de sentido a su vida espiritual y de servicio a sus hermanas y hermanos. Son grandes retos y desafíos. Desde la Universidad Nacional Evangélica apoyamos la plataforma juvenil de CONAJUCRI-RD y desde allí tenemos la convicción de formar jóvenes maduros, que sean capaces de vivir su fe desde una ética en valores cristianos, en solidaridad a través de la incidencia social y política, presentando a Jesús de Nazaret en las comunidades como el Cristo encarnado a favor de los vulnerables y que  encuentran en la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible un posible marco de apoyo para promover la inclusión de una juventud desamparada por la falta del cumplimiento de las políticas públicas gubernamentales. Creemos que los Objetivos de Desarrollo Sostenibles y la agenda 2030 deben ser revisados para incluir el tema juvenil como una urgencia planetaria, pues ellos y ellas son quienes darán respuesta a la paz, la justicia y a esta agenda tecnológica. Los y las jóvenes, desde una visión holista, son agentes activos de los cambios sociales que se requieren hoy. Invertir en la juventud puede generar nuevos oportunidades, ir eliminado las estigmatizaciones de las y los “sin sin”, (miles de jóvenes sin educación y sin empleo), cerrar la brecha digital, crear emprendimientos. Las juventudes deben ser incluidas en los presupuestos de los diferentes países, formarles e informarles para que sean personas empoderadas y asuman su compromiso generacional de fe y diaconía. Por eso, apoyamos desde un esfuerzo ecuménico entre CREAS, Globethics, la Plataforma de Universidades Protestantes y Evangélicas – QONAKUY-, la Universidad Reformada de Colombia, la Universidad Nacional Evangélica y de los concilios en la República Dominicana la inciativa del Diplomado para el Liderazgo Juvenil para la Incidencia Social y Política. Creemos en el liderazgo y pertinencia generacional joven, desarrollando comunidades sostenibles, sin hambre y siendo inclusiva y portadora de resiliencia para el medio ambiente y la sostenibilidad social que se requiere.    

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