
Re-Usar: organización colectiva y reciclaje para transformar la comunidad
La Cooperativa Re-Usar nació en 2021 en Alta Gracia, Córdoba, en el contexto de la pandemia de COVID-19. Un grupo de jóvenes buscó generar un doble impacto en su comunidad: combatir la falta de trabajo y enfrentar la creciente contaminación ambiental generada por microbasurales en los barrios populares. Desde sus inicios, la cooperativa se propuso responder colectivamente a los desafíos de generar ingresos y mejorar el entorno urbano, al tiempo que fortalecía su organización. Las primeras acciones se enfocaron en la recolección, clasificación, compactación y comercialización de materiales reciclables (cartón, papel, plásticos, vidrio, metales y tetra brik), complementadas con campañas de promoción y concientización ambiental. Desde su nacimiento, Re-Usar contó con la colaboración del municipio de Alta Gracia, que apoyó financieramente a la cooperativa. Gracias a esta labor, la iniciativa ha recuperado 410.520 kilos de material. Este año, con el apoyo del Fondo de Pequeños Proyectos de CREAS, pudieron seguir creciendo: incrementaron el material recuperado, y ampliaron las campañas de concientización sobre la separación de materiales y el manejo de residuos. El Crecimiento de Re-Usar El apoyo del Fondo de Pequeños Proyectos fue clave para la adquisición de cuatro bicicarros, lo que permitió a la cooperativa ampliar y optimizar los recorridos de recolección. También se renovó la indumentaria y los materiales de difusión, facilitando el reconocimiento del equipo en festivales y actividades comunitarias. Desde la implementación de los bicicarros, se han recuperado 97.000 kilos de papel y cartón, lo que equivale a prevenir la tala de 210 árboles. Una parte de este material se vende a una PYME que lo transforma en cajas para pizza. Además, se han recuperado 400.000 botellas de varios usos y 40.000 de lavandina, que se destinan a empresas y PYMES que las utilizan en la elaboración de nuevos productos para la industria textil. En términos productivos, la cooperativa logró un incremento del 7% en el volumen de materiales recuperados entre enero y julio de 2025, en comparación con el mismo periodo del año anterior. Pese a que la caída en los precios de los reciclables limitó la posibilidad de alcanzar la autonomía económica de todas las personas involucradas, los ingresos lograron mantenerse estables, evitando una pérdida significativa del poder adquisitivo. Por otra parte, la cooperativa sumó a su equipo a una persona especializada en comunicación, cuyo trabajo fortaleció la presencia de Re-Usar en redes sociales y medios locales, potenciando las campañas de sensibilización. Re-Usar y la Comunidad Distintas instituciones educativas se sumaron al proyecto a través de charlas y visitas a la planta de reciclado, generando espacios de aprendizaje y sensibilización sobre la gestión de residuos. Estas actividades han resultado en una disminución de la contaminación en los puntos verdes de la ciudad y un crecimiento sostenido del compromiso vecinal con la separación de materiales. Martín Perpetua, coordinador de la cooperativa, señala: “Hubo un avance en cuanto a educar a la comunidad respecto a lo que es reciclable y lo que no, y las diferencias que hay en la manera de recuperar y lo que se recupera en las grandes capitales con respecto a ciudades pequeñas como Alta Gracia. También hay más conocimiento del tratamiento de los residuos en general, a pesar de que sigue faltando educación ambiental”. Las charlas de promoción ambiental, el trabajo en equipo y la participación activa consolidaron el sentido de pertenencia entre los integrantes del proyecto. Es relevante destacar que el 80% de quienes lo integran son mujeres, y la gran mayoría son madres. «Vemos que las mujeres ahora tienen más iniciativa, se atreven a incorporarse para dar las charlas y han perdido el miedo a contar lo que hacen. Sienten más propio el proyecto, también, y eso hace que tengan más autonomía”, afirman desde la cooperativa. A lo largo de estos años, Re-Usar se consolidó como un espacio de aprendizaje y organización colectiva, demostrando que la economía circular puede ser una vía para el fortalecimiento de la convivencia comunitaria y el cuidado de la Casa Común.