acción social

Foto de: Andras D. Hajdu // Banco ACT Alianza

Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, 19 de agosto

Por Jorge Javier Fernández – Coordinador del Fondo de Respuesta Rápida y Mitigación de los Efectos de la Pandemia – CREAS Cada 19 de agosto se conmemora el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, establecido por Naciones Unidas en 2008. En esta fecha ocurrió un atentado bomba en el hotel Canal de Bagdad que cobró la vida de 22 trabajadores humanitarios, entre ellos el Representante Especial del Secretario General de la ONU para Iraq, Sergio Vieira de Mello, en 2003. Así como este hecho dio origen al Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, muchos otros sucesos han contribuido a inspirar a las personas para actuar por quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad. En esta materia, muchas organizaciones basadas en la fe históricamente se han movilizado para brindar asistencia humanitaria a las poblaciones afectadas por los efectos negativos de diversos fenómenos sociales, políticos y económicos. Esta inspiración de OBF se da tanto por el seguimiento las enseñanzas de los libros sagrados (la Torá, la Biblia, el Corán, entre otros) como por la adhesión a los Principios Humanitarios (Humanidad, Imparcialidad, Neutralidad e Independencia), que la comunidad internacional ha determinado para actuar en contextos complejos. La adhesión a estos principios posibilita realizar un trabajo con un encuadre humanitario, al margen de cualquier situación de proselitismo. Para muchas organizaciones cristianas la acción social tangible, práctica, solidaria y caritativa de las Iglesias es conocida como Diaconía y si tiene un sentido amplio de cooperación con otros sectores cristianos, es posible definirla como Diaconía Ecuménica, pero si además tiene una práctica con enfoque de respeto, protección y promoción de derechos, podríamos comprender que estamos hablando de la Diaconía Ecuménica Profética. En este marco muchas OBF realizan acciones de promoción de una cultura de Paz, la promoción de acceso a derechos de las personas (sin discriminación alguna) y de prácticas que promuevan desde las comunidades y barrios un desarrollo transformador, un desarrollo sostenible como parte del cuidado de la casa común; de la creación. Más allá de las definiciones o conceptualizaciones son las personas en las comunidades quienes enfrentan los desafíos del sostenimiento cotidiano de la vida en contextos y situaciones muy complejas. La pobreza estructural; la marginación; las situaciones de desempleo; de violencia simbólica, económica, social y política; discursos de odio que se transforman en prácticas; la inseguridad alimentaria; los impactos de los desastres socio naturales y del cambio climático; los desplazamientos forzados; las guerras, entre otros, son parte de los escenarios cotidianos donde la acción humanitaria es realizada por trabajadoras y trabajadores algunos de los cuales son parte de Organizaciones Basadas en la Fe. Lo cierto es que al final del día quienes necesitan ayuda no hacen distinciones de emblemas, chalecos o discusiones filosóficas de porqué se está allí tratando de ayudar o quiénes son; solo reciben la ayuda mientras tratan de conservar sus derechos y su dignidad. En la última década muchos han sido los esfuerzos por revisar y reformular buena parte del sistema humanitario a nivel global para buscar una mayor efectividad en las prácticas, en la movilización de recursos e innovar en el quehacer humanitario. Fue en el año 2016 en la Cumbre Humanitaria Mundial, cuando formalmente el Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres, invitó a tener una mayor comprensión de los desafíos ubicando a las personas en el centro de las acciones. En tal sentido, las reflexiones y prácticas se proponen con un abordaje más integral, desde lo local y lo comunitario, en donde se puedan conjugar las prácticas de la construcción de Paz, el Desarrollo y la Acción Humanitaria. A esta conjugación de prácticas se las denominó TRIPLE NEXO. El Triple Nexo representa un desafío para todas las organizaciones que trabajan en estos temas (desarrollo, paz, humanitarios) ya que tienen una íntima relación que afecta la vida cotidiana de millones de personas. No puede haber PAZ sino no se generan condiciones para sostener una vida digna promoviendo lógicas de DESARROLLO (justo, sostenible, inclusivo, entre otras características). Es dificultoso brindar ASISTENCIA HUMANITARIA si no hay condiciones mínimas para generar bases de PAZ permanente. Y no es posible generar DESARROLLO si hay una dependencia que anula capacidades y ata todo a la ASISTENCIA HUMANITARIA; y así, cada uno de estos aspectos se conjugan entre sí dando cuenta de lo que es posible. Es una invitación para asumir el desafío y transformar nuestras prácticas organizacionales para lograr una perspectiva más amplia que logre mayores impactos posibles en las vidas de las personas y sus comunidades, más allá de nuestros “ropajes conceptuales”. En América Latina y el Caribe múltiples desafíos indican escenarios aún complejos que nos presentan situaciones de desplazamiento forzado por el cambio climático, los recurrentes desastres, las sequías, los grupos armados no estatales, las redes de trata de personas, los grupos narcotraficantes, por su parte las violaciones masivas a los derechos humanos que generan gran parte del desplazamiento de la región desde Centroamérica hacia el norte y hacia Sudamérica, procesos de Paz con deudas pendientes, debilidad de los Estados para atender las necesidades más urgentes de su población, y centralmente de grupos en situación de vulnerabilidad tales como niñas, niños, jóvenes, mujeres, adultos mayores, población de pueblos indígenas, personas del colectivo LGBtIQ+, personas migrantes y refugiadas, entre otras. Estos contextos representan desafíos para los Estados y para los esquemas de cooperación internacional ya que éstas y otras postales de situaciones del continente dan cuenta de las agendas y de los desafíos presentes, futuros y de todo aquello que sigue pendiente. Desde CREAS hemos incorporado este abordaje en los distintos proyectos, incluyendo al Fondo de Respuesta Rápida y Mitigación de los Efectos de la Pandemia, que nació en 2022 para atender las necesidades que surgían del contexto post COVID-19. De igual modo, el laboratorio de buenas prácticas ecuménicas e interreligiosas Ikuméni incluye un trayecto sobre temas humanitarios, en el que los jóvenes participantes se sensibilizan y adquieren herramientas para comprender las dinámicas de este sector, y actuar solidariamente en sus comunidades. Hacer memoria de este día es una oportunidad constante

Leer mas »

Descarga el Breviario PAMPA 2030 sobre el aporte de las OBF al Desarrollo Sostenible

La Agenda 2030 está conformada por 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), 169 Metas y 209 indicadores. Desde que se fijaron como acuerdo internacional en la Cumbre de las Naciones Unidas en 2015, organizaciones de diversas naturalezas y la comunidad en general han sumado sus apoyos y esfuerzos para garantizar avances considerables que supongan resultados contundentes en esta misión que apela a la responsabilidad de los Estados (en articulación con la sociedad civil) para lograr sociedades más justas, inclusivas y pacíficas. En Argentina opera la Plataforma Argentina de Monitoreo para la Agenda 2030 (PAMPA 2030) como un espacio de articulación de organizaciones de la sociedad civil (algunas basadas en la fe), sindicatos, movimientos sociales y centros de investigación que dan seguimiento a esta Agenda. Difunde, capacita y sensibiliza sobre los ODS; realiza actividades en las provincias; promueve articulaciones para acciones específicas; produce informes y breviarios sobre temas relacionados, y se propone como herramienta de incidencia para el diseño de políticas y marcos normativos en línea con el Desarrollo Sostenible. La implicación de las organizaciones que brindan monitoreo a los ODS es de vital importancia porque exige transparencia en la información que produce el Estado Argentino y la participación abierta y democrática para que sea posible conducir las políticas estatales hacia un modelo de desarrollo que responda a las causas profundas más que a los síntomas de la pobreza, la desigualdad y la marginación. El rol de las OBF en estos contextos ha sido esencial, mucho antes de esta agenda en particular, en sus propias agendas institucionales: la garantía de derechos, la salud, la educación, la alimentación, el empleo, la atención a infancias y juventudes, y en general el cuidado de la Casa Común al que nos llama nuestro compromiso como cristianos/as. Nueve organizaciones basadas en la fe forman parte de PAMPA 2030: Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) Centro Regional Ecuménico de ASesoría y Servicio (CREAS) Centro de Diálogo Intercultural Alba (CDIA) Fundación Protestante Hora de Obrar (FPHdO) Instituto de Cultura Popular (INCUPO) Pastoral Social Evangélica (PSE) Por los Jóvenes Don Bosco (PJDB) Promoción Claretiana de Desarrollo (PROCLADE) Servicio Evangélico de Diaconía (SEDI) Las OBF se han relacionado desde sus inicios con temas de desarrollo sabiendo que un desarrollo justo y sostenible alienta a lograr una vida digna y abundante. Podrían encauzar, en palabras de los economistas Charles Wilber y Kenneth Jameson “una redefinición del desarrollo que es más amplia que la visión de crecimiento económico” y que en el documento de CREAS-PNUD (2019), citado en el Breviario OBF de PAMPA 2030, se menciona como un desarrollo multidimensional que comprende lo económico, lo social y lo ambiental. No por casualidad diferentes agencias de Naciones Unidas han establecido relaciones con actores religiosos y OBF para poder articular acciones y generar mecanismos de incidencia. ¿Y qué motiva a los actores religiosos a vincularse con el Desarrollo Sostenible? Hubo vinculación previa a la Agenda 2030 para plasmar sus sugerencias oportunas: el carácter de universalidad, la centralidad en la lucha contra la desigualdad, la adopción de un abordaje multidimensional de desarrollo, entre otras. La motivación de las OBF se basa en su dimensión ética, centrada en los principios de respeto a la dignidad humana (con fundamento teológico en el hombre como “imago Dei”), la sustentabilidad (fundamentada en el cuidado de la creación y la justicia inter-generacional) y el “no dejar a nadie atrás”, basado en un sentido de justicia. Los fundamentos son teológicos, doctrinales y de fe, relacionados a su vez con el mandato de servicio, caridad y justicia que recibimos de nuestras tradiciones. Otras narrativas complementarias se suman como inspiración. Por ejemplo, la Carta Encíclica Laudato Sí, promulgada en mayo de 2015 por el Papa Francisco. Partiendo de esas motivaciones, algunas OBF han diseñado ya sus planes estratégicos alineados a los ODS, señalando específicamente con qué objetivos se comprometen en sus organizaciones y programas, logrando incidir a nivel local, nacional e internacional. Asimismo, las OBF y actores religiosos son una voz crítica y profética para cuidar los procesos de desarrollo, proponiendo caminos alternativos donde advierten riesgos de recaer en posibles injusticias y/o fortalecer un sistema de globalización excluyente. En el Breviario PAMPA 2030 se encuentra un reporte de la labor social traducida en la acción social, el servicio y la diaconía que han realizado las nueve organizaciones basadas en la fe que conforman la plataforma, y que se concentran, especialmente y en su respectivo orden, en los siguientes objetivos para el desarrollo sostenible: ODS 1: Fin de la pobreza ODS 17: Alianzas para el logro de los objetivos ODS 2: Hambre Cero ODS 5: Igualdad de Género ODS 8: Trabajo decente y crecimiento económico ODS 10: Reducción de las desigualdades ODS 4: Educación de Calidad ODS 12: Producción y consumo responsable ODS 3: Salud y bienestar ODS 13: Acción por el clima ¿MÁS INFORMACIÓN? DESCARGA AQUÍ EL BREVIARIO PAMPA 2030: EL APORTE DE LAS OBF EN LA EFICACIA AL DESARROLLO.

Leer mas »