Carmina Sanchez

Re-Usar: organización colectiva y reciclaje para transformar la comunidad

La Cooperativa Re-Usar nació en 2021 en Alta Gracia, Córdoba, en el contexto de la pandemia de COVID-19. Un grupo de jóvenes buscó generar un doble impacto en su comunidad: combatir la falta de trabajo y enfrentar la creciente contaminación ambiental generada por microbasurales en los barrios populares. Desde sus inicios, la cooperativa se propuso responder colectivamente a los desafíos de generar ingresos y mejorar el entorno urbano, al tiempo que fortalecía su organización. Las primeras acciones se enfocaron en la recolección, clasificación, compactación y comercialización de materiales reciclables (cartón, papel, plásticos, vidrio, metales y tetra brik), complementadas con campañas de promoción y concientización ambiental. Desde su nacimiento, Re-Usar contó con la colaboración del municipio de Alta Gracia, que apoyó financieramente a la cooperativa. Gracias a esta labor, la iniciativa ha recuperado 410.520 kilos de material. Este año, con el apoyo del Fondo de Pequeños Proyectos de CREAS, pudieron seguir creciendo: incrementaron el material recuperado, y ampliaron las campañas de concientización sobre la separación de materiales y el manejo de residuos. El Crecimiento de Re-Usar     El apoyo del Fondo de Pequeños Proyectos fue clave para la adquisición de cuatro bicicarros, lo que permitió a la cooperativa ampliar y optimizar los recorridos de recolección. También se renovó la indumentaria y los materiales de difusión, facilitando el reconocimiento del equipo en festivales y actividades comunitarias. Desde la implementación de los bicicarros, se han recuperado 97.000 kilos de papel y cartón, lo que equivale a prevenir la tala de 210 árboles. Una parte de este material se vende a una PYME que lo transforma en cajas para pizza. Además, se han recuperado 400.000 botellas de varios usos y 40.000 de lavandina, que se destinan a empresas y PYMES que las utilizan en la elaboración de nuevos productos para la industria textil. En términos productivos, la cooperativa logró un incremento del 7% en el volumen de materiales recuperados entre enero y julio de 2025, en comparación con el mismo periodo del año anterior. Pese a que la caída en los precios de los reciclables limitó la posibilidad de alcanzar la autonomía económica de todas las personas involucradas, los ingresos lograron mantenerse estables, evitando una pérdida significativa del poder adquisitivo. Por otra parte, la cooperativa sumó a su equipo a una persona especializada en comunicación, cuyo trabajo fortaleció la presencia de Re-Usar en redes sociales y medios locales, potenciando las campañas de sensibilización. Re-Usar y la Comunidad     Distintas instituciones educativas se sumaron al proyecto a través de charlas y visitas a la planta de reciclado, generando espacios de aprendizaje y sensibilización sobre la gestión de residuos. Estas actividades han resultado en una disminución de la contaminación en los puntos verdes de la ciudad y un crecimiento sostenido del compromiso vecinal con la separación de materiales. Martín Perpetua, coordinador de la cooperativa, señala: “Hubo un avance en cuanto a educar a la comunidad respecto a lo que es reciclable y lo que no, y las diferencias que hay en la manera de recuperar y lo que se recupera en las grandes capitales con respecto a ciudades pequeñas como Alta Gracia. También hay más conocimiento del tratamiento de los residuos en general, a pesar de que sigue faltando educación ambiental”. Las charlas de promoción ambiental, el trabajo en equipo y la participación activa consolidaron el sentido de pertenencia entre los integrantes del proyecto. Es relevante destacar que el 80% de quienes lo integran son mujeres, y la gran mayoría son madres. «Vemos que las mujeres ahora tienen más iniciativa, se atreven a incorporarse para dar las charlas y han perdido el miedo a contar lo que hacen. Sienten más propio el proyecto, también, y eso hace que tengan más autonomía”, afirman desde la cooperativa. A lo largo de estos años, Re-Usar se consolidó como un espacio de aprendizaje y organización colectiva, demostrando que la economía circular puede ser una vía para el fortalecimiento de la convivencia comunitaria y el cuidado de la Casa Común.

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Capacitación, trabajo digno y fortalecimiento comunitario

La cooperativa Mujeres Solidarias nació en Rosario, Argentina, en 2002 como respuesta organizada y asociativa de quince mujeres de frente a los efectos socio económicos que la crisis de 2001 había dejado en la comunidad del barrio Larrea. Desde entonces la cooperativa promueve iniciativas que apunten a mejorar la calidad de vida de la población, y que creen vínculos comunitarios de solidaridad y participación social. Este año con el apoyo del Fondo Pequeños Proyectos de CREAS, Mujeres Solidarias llevó adelante un proyecto de formación que buscó dar respuesta a la precarización laboral y la falta de empleo registrado que afecta a un gran número de vecinos y vecinas de la comunidad. La propuesta tuvo como objetivo brindar oportunidades laborales y promover la autonomía económica de las familias, fortaleciendo a su vez la economía social del barrio. De acuerdo con Laura Sisto y Susana Olive, quienes coordinan el espacio, este proyecto nace en un contexto similar al de 2001 “sin embargo esta crisis nos agarra a nosotras organizadas, eso nos facilita los procesos frente a esa época en la que recién nos estábamos formando, ahora contamos con un espacio físico que nos da estabilidad y proyección a largo plazo, además de todo el conocimiento que hemos adquirido en estos años”. La cooperativa ya ofrecía cursos de capacitación en distintos rubros como corte y confección, moldería, cuidado de niños y niñas y gestión administrativa para cooperativas, y con esta iniciativa se proyectaron a ofrecer formación en panificados y pastelería, un taller que la comunidad demandaba desde hace unos años. “Para nosotras era un desafío arrancar con el taller de pastelería, no sabíamos mucho del tema y no contábamos con el espacio adecuado para hacerlo, pero las chicas lo anhelaban. Este proyecto apoyado por CREAS, fue una oportunidad. Algunas mujeres le tienen miedo a la máquina de coser, en cambio amasar es natural” contó Laura. Los talleres   Los talleres, organizados bajo la lógica de “aprender haciendo”, ofrecieron capacitaciones en manipulación de alimentos, normas de higiene y seguridad, manejo de maquinaria industrial, técnicas de producción en alta escala, elaboración de masas, panificación, pastelería, costos y marketing, además de instancias de presentación de productos, construcción de redes asociativas y trabajo en equipo. La planificación se ajustó en función de los productos más demandados por las alumnas y sus posibles clientes, potenciando así las oportunidades de comercialización. “El taller superó nuestras expectativas, la mayor distinción para nosotras es que las personas quieran seguir viniendo y enfrentar nuevos desafíos. Llegaron más personas de las que esperábamos, se fue corriendo la voz en el barrio y pudimos recibirlas y capacitar a todas las que llegaban” Laura Sisto. Además de la capacitación, desde Mujeres Solidarias valoran lo que pasó con las personas que participaron de los talleres “Son personas que vienen de situaciones de marginalidad y maltrato, siempre a la defensiva y muy combativas. A través del saber pudieron modificar su conducta. El afecto del entorno que reciben acá las hace superarse, comprenderse y acompañarse en las dificultades con los vínculos familiares” contó Susana. “Alimentando nuestro futuro y tejiendo redes en comunidad”   Los resultados del proyecto fueron exitosos: 34 personas se formaron y hoy, gracias a los saberes adquiridos, han mejorado su empleabilidad, se crearon emprendimientos familiares autogestivos y que generan ingresos propios. De este proceso surgieron tres emprendimientos de pastelería y panificación que funcionan de manera asociativa, consolidando una alternativa real de trabajo digno en la comunidad. Quienes se capacitaron en este primer taller serán quienes formen a los próximos grupos en panadería y pastelería. Además de los logros individuales y colectivos, el proyecto significó un fortalecimiento institucional para la cooperativa como centro de capacitación barrial. Se incorporaron nuevas herramientas y equipamiento, como una mesa de acero inoxidable y hornos industriales, que permiten mejorar la calidad de la formación y ampliar la capacidad productiva. Contar con un espacio dedicado exclusivamente a la cocina para panificación y personas formadas en el tema, representa un avance clave para sostener y expandir las actividades. Desde CREAS, apoyamos a iniciativas con impacto en la economía de las personas y en las comunidades, la sustentabilidad de las organizaciones territoriales, y como una contribución al desarrollo local y a la convivencia comunitaria. Desde nuestra identidad de organización basada en la fe, contribuimos así a la dignificación de la vida en las comunidades.

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Qonakuy celebró su III Asamblea en Cancún con foco en sostenibilidad, inclusión e innovación educativa

La Plataforma Iberoamericana de Universidades Evangélicas y Protestantes Qonakuy llevó a cabo su III Asamblea entre el 11 y el 13 de septiembre en Cancún, México, con la Universidad Alfa y Omega como anfitriona. El encuentro reunió a representantes de universidades miembros y organizaciones aliadas bajo el eje central de sostenibilidad, inclusión, innovación educativa e impacto social. Qonakuy es una iniciativa de instituciones de educación superior en Iberoamérica que desde la unidad en la diversidad, promueve vínculos solidarios, inclusivos y sostenibles. Su misión es generar conocimiento y cooperación para responder a los desafíos sociales, económicos y ambientales en el marco del desarrollo sostenible, la dignidad humana y el cuidado de la casa común. CREAS ha promovido la cooperación interinstitucional con el sector académico para fortalecer procesos de formación y acompañamiento al trabajo social de las iglesias y de las organizaciones comunitarias para un mayor impacto en su localidad. Esta cooperación ha incluído a universidades confesionales y estatales, y como parte de este compromiso en 2017, en ocasión de la celebración de la Reforma Protestante, promovió junto a universidades de la región la creación de Qonakuy. En la asamblea que tuvo lugar durante tres jornadas, se desarrollaron espacios académicos y de reflexión orientados a fortalecer el liderazgo institucional de las universidades. Entre las actividades destacadas se incluyó una conferencia sobre los desafíos de la Agenda 2030, la presentación del libro Qonakuy «Aportes al desarrollo sostenible desde la perspectiva protestante y evangélica», y la revisión de los avances logrados desde la II Asamblea celebrada en Barranquilla, Colombia. Por otra parte, la asamblea acordó apoyar y participar del 2º Congreso Internacional sobre Movilidad Humana, Fe, Dignidad y Justicia, impulsado por la Universidad del Centro Educativo Latinoaméricano – UCEL- de Argentina, que tendrá lugar en junio de 2026 en Panamá. Además, durante la asamblea, se eligió una nueva junta directiva para los próximos años, en la que Humberto Shikiya (Comisión Directiva de CREAS) fue designado como Director de Cooperación Internacional. La III asamblea concluyó con un compromiso renovado de seguir fortaleciendo una plataforma de universidades con identidad evangélica y protestante que aporte al liderazgo social, al desarrollo sostenible y al bienestar de las comunidades. En este marco, CREAS apunta a fortalecer la cooperación con Qonakuy para promover la dignidad de todas las personas y el cuidado de la Casa Común.

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Fábrica de pelotas: formación y fortalecimiento comunitario

La cooperativa de trabajo fábrica de pelotas El Brigadier hace parte de la Liga Infantil de los barrios de la ciudad de Santa Fe. La liga es un movimiento que nació en 2013 con el objetivo de unir a los clubes de fútbol de barrios populares que no hacían parte de ninguna oferta social y deportiva o de la liga oficial de la ciudad; y ofrece un espacio recreativo a las familias, niños y niñas que no tienen acceso a los clubes tradicionales. La fábrica de pelotas surgió como respuesta a una necesidad de la liga: tener pelotas suficientes y en condiciones para que todos los chicos y chicas que juegan fútbol puedan hacerlo de manera digna. Este año con el apoyo del Fondo de Pequeño Proyectos de CREAS, pusieron en marcha un taller de fabricación de pelotas para jóvenes que pertenecen a la liga, y así ampliar la red de personas que saben coser las pelotas al tiempo que ofrece a los jóvenes la formación en un oficio. “El proyecto del CREAS sirvió para generar y fortalecer un grupo de cosedores y que se inicie un proceso de buscar y pensar como se puede mejorar el pago de los cosedores y las condiciones de trabajo” Giuliano Carnaghi, coordinador de El brigadier. Un oficio, un espacio de encuentro y un aporte a los clubes   El taller no solo brindó formación técnica. También se convirtió en un espacio de encuentro, diálogo y fortalecimiento de vínculos. Durante las clases, se trabajaron temas sociales y comunitarios, y surgieron instancias informales de encuentro. Participaron 16 jóvenes (8 mujeres y 8 varones) pertenecientes a clubes de la Liga Infantil de los Barrios. El propósito central era formar y perfeccionar a las y los jóvenes en el arte de la confección de pelotas, al tiempo que se fortalecía la red de cosedores que trabaja en la fábrica. Como trabajo final, cada participante fabricó ocho pelotas. Las 128 pelotas producidas en esta instancia fueron distribuidas entre los 38 clubes que conforman la Liga, así cada institución recibió entre tres y cuatro pelotas. La calidad de las pelotas producidas superó las pruebas técnicas, garantizando un producto competitivo. Con el apoyo de CREAS, se optimizó la capacidad productiva de la cooperativa y la articulación con la Liga, en lo que va de 2025 han entregado pelotas a los clubes que han beneficiado a más de 8.000 niños y niñas. “Los mayores cambios los vimos en los jóvenes. Creemos que estos meses fueron un lindo momento de fraternización donde primó la cuestión productiva o laboral pero también surgieron otras inquietudes de índole social, familiar, individual y espiritual. Los terceros tiempos, que consistían a veces, luego del taller, ir a comprar unos maní y unas cervezas para charlar de lo que sea, consideramos relevante estas instancias porque son allí también donde los jóvenes truncan su destino, ya sea laboral o también movilizando preguntas respecto de sus clubes y la función social que cumplen en sus barrios” Giuliano Carnaghi, coordinador de El brigadier. Desafíos y proyección   Si bien el trabajo de cosedor de pelotas es parte de la economía popular y carece de un marco regulatorio formal, la experiencia del taller permitió iniciar un camino para consolidar un equipo de cosedores jóvenes y abrir la reflexión sobre cómo mejorar las condiciones y remuneraciones de este oficio. El proyecto deja como resultado un emprendimiento productivo con impacto social directo: soluciona la necesidad principal de los clubes, contar con pelotas para sus entrenamientos y torneos, a bajo costo y con un estándar de calidad, al tiempo que forma a nuevas generaciones en un oficio que combina trabajo, comunidad y deporte.

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Taller de evaluación de proyectos comunitarios

CREAS llevó adelante el Taller de Evaluación de Proyectos Comunitarios, que se desarrolló en dos instancias complementarias. La primera, de carácter virtual e introductoria, se realizó el pasado 7 de agosto y tuvo una duración de dos horas. La segunda fue presencial y tuvo lugar el 13 de agosto en la Casa de Encuentros Sagrado Corazón. El taller estuvo a cargo de Rosaura Andiñach, coordinadora del Fondo de Pequeños Proyectos, y Deborah Petcoff, coordinadora de Procesos Comunitarios, y contó con la participación de nueve organizaciones comunitarias, cooperativas e iglesias del Gran Buenos Aires. El objetivo principal fue fortalecer las capacidades de las organizaciones mediante herramientas de gestión y acompañar la implementación de sus proyectos a través de una propuesta de formación en evaluación diseñada para pequeños proyectos de organizaciones que abordan problemáticas comunitarias. Esta iniciativa se enmarca en la estrategia de intervención de CREAS con las organizaciones e iglesias, que combina tres componentes: apoyo económico, instancias de capacitación y espacios de articulación e intercambio. El Fondo de Pequeños Proyectos, además de ser un mecanismo de apoyo financiero, busca fortalecer a las organizaciones mediante capacitaciones y encuentros que fomenten el trabajo en red y el intercambio de experiencias. “Las organizaciones comunitarias desarrollan todos los días un montón de actividades para la atención y cuidado de las personas que asisten a ellas. Con pocos recursos económicos y personal diezmado siguen organizándose para llevar a sus barrios alguna propuesta que promueva los derechos vulnerados de la población que los rodea. Consideramos la evaluación como una parte esencial del proyecto, pero que muchas veces no queda el tiempo suficiente para realizarla, y se hace rápido, sin mucha planificación. Buscamos dar herramientas para que esa evaluación se pueda planificar con más detalle durante la formulación del proyecto. Planificarla de antemano permite hacer un monitoreo más preciso, y recolectar datos con anticipación, para que el momento de la evaluación sea más llevadero y concreto. Una mejor evaluación de los proyectos le permitirá a las organizaciones mejorar sus programas, aprender de sus acciones y diseñar nuevas propuestas basadas en evidencia”. Deborah Petcoff, Coordinadora de Procesos Comunitarios

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Puente del Sur: economía social y trabajo cooperativo

La Cooperativa Puente del Sur nace en 2003 de la iniciativa de un grupo de trabajadores que decidió generar su propia fuente de ingresos, con trabajo digno, en un contexto marcado por la crisis del 2001. En un escenario donde la economía popular, social y solidaria crecía con fuerza, fábricas recuperadas, pequeños productores, organizaciones barriales y cooperativas, muchos de estos emprendimientos carecían de canales de comercialización adecuados. Puente del Sur llegó para cubrir ese vacío y poner en circulación productos elaborados por unidades productivas autogestivas. Para acercar productos elaborados por unidades productivas autogestivas a los hogares. Desde entonces, la organización se dedica a la comercialización de productos, principalmente de la canasta básica, elaborados por emprendimientos de la economía social y solidaria de distintas regiones del país. Su catálogo incluye alimentos, productos textiles, editoriales, de limpieza, cuidado corporal y juguetes, entre otros. “Creemos que son fundamentales las comercializadoras como Puentes del Sur en las que que proponemos un modelo alternativo a las formas de consumo y producción y cumplimos ese rol importante de unir a la agricultura familiar y emprendimientos de la economía social con el consumo de alimentos del día a día” Lila, Puente del Sur Apostar al territorio y al trabajo local   Puente del Sur está ubicado en el barrio Villa Udaondo, Ituzaingó (Oeste del Gran Buenos Aires). Uno de los objetivos que se propuso el grupo de mujeres que lleva adelante la cooperativa fue fortalecer su vínculo con el territorio. Quisieron sumar emprendimientos locales a su red de comercialización y promover el trabajo cooperativo en la zona. Para eso, era necesario restaurar su local y transformarlo de un depósito a un espacio abierto al público. Gracias al apoyo del Fondo de Pequeños Proyectos de CREAS, pudieron concretar mejoras edilicias: mobiliario nuevo, cortinas automatizadas, mejor organización del espacio y condiciones de trabajo más seguras para las asociadas. Estas reformas facilitaron la apertura del local a la comunidad y dieron mayor visibilidad a la cooperativa en el barrio. Más ventas, más comunidad     Los cambios se notaron rápidamente. Las ventas en el local aumentaron un 20% en comparación con el mismo período del año anterior. A esto se sumó la incorporación de cuatro nuevos emprendimientos productivos locales al catálogo de la comercializadora: Fuega, Panificados Estefanía, Integral Trigas y Alto Bondi Serigrafía. Sostener el trabajo   En medio del actual panorama económico, estas acciones permitieron sostener y proyectar la tarea de Puente del Sur como cooperativa. Las mejoras en el local no sólo optimizaron el espacio de trabajo, sino que reforzaron el sentido de pertenencia y el compromiso con una forma de trabajo que promueve la inclusión, el consumo responsable y el fortalecimiento de las redes locales. “Tuvimos que sentarnos a pensar cuales son las necesidades del espacio, de nosotras como grupo, priorizarlas y ser conscientes de poder llevarlo a la realidad. Invertir el dinero en cosas que hagan que vuelva. Además, aprendimos a trabajar en grupo, nos formamos y enfrentamos los desafíos pensando siempre en el bienestar de todas y de la cooperativa” Gabriela Torres, Puente del Sur La cooperativa sigue creciendo y tienen la expectativa de mejorar aún más sus condiciones de trabajo y optimizar sus procesos administrativos para que los productos lleguen a más personas. y para que todas las mujeres que hacen parte de Puente puedan tener su trabajo en la cooperativa como su fuente de ingreso principal.

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Campo Desde el Pie: trabajo cooperativo y soberanía alimentaria

“Campo desde el pie” es un pequeño emprendimiento que nació de una necesidad concreta: evitar el desperdicio de alimentos. En el predio del mismo nombre, ubicado en Villa San Luis, Florencio Varela , el grupo “Campillo”, parte del Frente de Organizaciones en Lucha -FOL-,lleva adelante la siembra y venta de frutas y verduras agroecológicas. Sin embargo, la producción superaba ampliamente la demanda. Donaron a comedores, regalaron productos, pero aún así el excedente persistía. Frente a esto, surgió una solución creativa: elaborar berenjenas al escabeche. Luego vinieron los tomates, con los que prepararon mermeladas, y así, con cada nuevo fruto, nacía una conserva o mermelada más, que hoy forma parte del catálogo de productos del emprendimiento. “Nos entusiasmamos, dijimos esto va, nos sale rico, es alimento. Lo interiorizamos, estábamos sin laburo o con laburos precarios y empezamos a aprender, a hacer distintos cursos para poder llevarlo adelante” Cintia Galiñanes, referente de Campo desde el Pie Además de la producción agroecológica, el predio cuenta con una pequeña producción apícola y avícola, integradas bajo una lógica cooperativa que apuesta a consolidar una unidad productiva diversificada, con potencial de crecimiento y sostenibilidad. “Como grupo estamos aprendiendo muchas cosas sobre soberanía alimentaria y producción ecológica, que sea amigable con el medio ambiente y con nosotros mismos. Son desafíos que tenemos constantemente. Las seis personas que integramos este grupo venimos de producir en la ciudad y estamos aprendiendo a vivir en y del campo.” Cintia Galiñanes Campo desde el Pie busca generar fuentes de empleo sustentables y de calidad, promoviendo al mismo tiempo hábitos alimentarios saludables. Gracias al apoyo del Fondo de Pequeños Proyectos de CREAS, el grupo pudo remodelar la cocina y convertirla en un espacio adecuado para la elaboración de conservas y mermeladas. También pudieron adquirir utensilios e insumos que optimizan y hacen más segura la producción. El proyecto incluyó además la compra de los elementos necesarios para avanzar con la producción apícola, permitiendo poner en práctica los conocimientos adquiridos en el curso “Mi primera colmena”, realizado por integrantes del equipo. Con esta incorporación, podrán comenzar a cosechar miel para su comercialización, y utilizar la cera producida por las abejas para elaborar paños de cera, una alternativa ecológica al papel film. “Si bien la producción apícola todavía no genera ingresos porque los tiempos de la naturaleza son distintos, requiere un año o año y medio de inversión de trabajo, gracias al apoyo de CREAS podemos quedarnos tranquilos de que tenemos lo necesario para producir de acuerdo a los tiempos que demanda la naturaleza. Ahora no es nuestro principal ingreso, pero tenemos la expectativa de que lo sea en el futuro.” Cintia El Fondo de Pequeños Proyectos apoya iniciativas como Campo desde el Pie, que integran economía popular, soberanía alimentaria y organización comunitaria, promoviendo redes locales que fortalecen a las comunidades y abren nuevas posibilidades para una vida digna.

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Carrillo Cocina: un proyecto para la formación y los vínculos comunitarios

El Centro Juvenil Ramón Carrillo acompaña diariamente a más de 230 adolescentes y jóvenes de entre 12 y 21 años en la localidad de González Catán en la Provincia de Buenos Aires. Allí nació Carrillo Cocina, un proyecto que conjuga formación en oficio con la generación de oportunidades laborales y fortalecimiento del entramado comunitario. Esta iniciativa surge como una respuesta concreta frente a un contexto de alta vulnerabilidad social, donde los jóvenes, junto a sus familias, enfrentan problemáticas como la deserción escolar, la falta de acceso al empleo formal, la inseguridad alimentaria, las adicciones y la violencia. La propuesta Carrillo Cocina, apoyada por el Fondo de Pequeños Proyectos de CREAS, propuso sentar las bases de un emprendimiento pastelero de carácter comunitario, poniendo en el centro a los y las jóvenes como protagonistas del proceso. A través de la organización de talleres de panadería y pastelería coordinados por líderes juveniles del propio centro, buscó brindar herramientas prácticas y conocimientos aplicables al mundo del trabajo. Nochebuena en Carrillo     El proyecto no se limitó a la capacitación. Gracias al apoyo de CREAS, lograron equipar el espacio de cocina con los elementos necesarios para producir en mejores condiciones. Además de fortalecer la lógica de trabajo colaborativo, el cuidado ambiental y el desarrollo de estrategias sustentables que permitan que lo aprendido se convierta en capacidad instalada dentro del propio Centro Juvenil. Lo que comenzó como un espacio de formación fue creciendo hacia una experiencia colectiva más amplia. A lo largo del año, el proyecto promovió la participación de la comunidad vecinal, instituciones del barrio y las familias de los jóvenes. Ejemplo de esto fue la organización de la Gala Institucional y la celebración de Nochebuena en Carrillo, donde los jóvenes, junto a otras personas de la comunidad, cocinaron y compartieron una cena con más de sesenta personas, generando recursos a través de un buffet solidario y reafirmando la potencia del hacer comunitario. Articulando con otros espacios   Carrillo Cocina se articuló con otros espacios como el centro de día y el centro de adultos mayores “Abuelos Felices”, promoviendo vínculos intergeneracionales, espacios de acompañamiento integral y el fortalecimiento del tejido comunitario. Los participantes del programa FINES que funciona en el centro, también se sumaron como consumidores habituales de los panes, bizcochuelos, budines, pizzas, mermeladas, tortas fritas y pastafrolas que se hacen en el taller. El proyecto continúa creciendo. Las y los líderes juveniles ya están impulsando nuevas ideas, como un taller de pan casero y la venta de prepizzas por pedido, con el objetivo de ampliar la producción, generar ingresos genuinos y fortalecer el vínculo con la comunidad. “Esta experiencia, nos demuestra que a partir de la organización colectiva y el trabajo comunitario se pueden lograr cosas maravillosas donde el fortalecimiento institucional es clave, ya que, sienta las bases para seguir abonando el proyecto, nos llena de entusiasmo y seguridad para encarar propósitos nuevos, siempre mirando hacia el futuro, un futuro donde los jóvenes sean protagonistas de sus propias vidas, donde sean escuchados y acompañados desde la ternura y el amor”. Sofia Freire, joven y coordinadora de del Centro Juvenil Ramón Carrillo

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Florecer, fortaleciendo capacidades para el bienestar colectivo

Desde hace más de 30 años, la Asociación Civil Florecer acompaña a la comunidad del barrio Sol y Verde en José C Paz, provincia de Buenos Aires, con propuestas integrales que promueven el desarrollo de sus capacidades y el fortalecimiento comunitario. La asociación cuenta con el Centro Comunitario San Francisco y el Centro recreativo, cultural y polideportivo Todxs Juntxs. Allí, de lunes a sábado se desarrollan actividades como apoyo escolar, talleres de costura y computación, artes, deportes, fútbol callejero y juegos para niños, niñas y adolescentes. El complejo panorama socioeconómico actual ha puesto en riesgo la subsistencia de las familias del barrio y la continuidad de las organizaciones comunitarias. En este contexto, Florecer apostó a una nueva estrategia para generar ingresos genuinos que beneficien a las mujeres del barrio y a Florecer. Con esto en mente, presentaron al Fondo de Pequeños Proyectos la propuesta “Cocinando estrategias” Celebraciones en el Poli   Los recursos de Florecer y del Polideportivo Todxs Juntxs se unieron para generar la idea de alquilar el espacio para cumpleaños infantiles y eventos familiares, que incluye servicios de gastronomía, decoración, animación y más, ofrecidos por mujeres del barrio. Con el apoyo del FPP, el proyecto Cocinando Estrategias llevó adelante talleres de capacitación para mujeres y el acondicionamiento del espacio físico del Polideportivo para dejarlo apto para celebraciones. Quienes quieran festejar su cumpleaños o tener algún otro tipo de evento podrán hacerlo en Florecer por un precio accesible, cuyas ganancias serán destinadas al mantenimiento y fortalecimiento del Centro Comunitario. Algunos de los cambios que lograron en el espacio físico: Ampliación del salón y cocina, y pintura nueva. Equipamiento básico de cocina: horno pizzero, heladera, freezer, amasadora, sobadora y utensilios. Nivelar y marcar la cancha de fútbol para los talleres de este deporte. Mejorar algunos de los murales que ya estaban en el centro comunitario. Plantar árboles frutales que en un futuro servirán para demarcar un sendero. Si bien hasta ahora sólo han celebrado eventos internos del Centro Comunitario, con el tiempo y la transmisión voz a voz en el barrio, el Polideportivo de Florecer será un lugar de referencia para quienes quieren realizar eventos en Sol y Verde. De esta manera el Centro Comunitario podrá sostenerse y seguir acompañando a las familias del barrio. Capacitación y acompañamiento   Los objetivos de Cocinando estrategias son ofrecer servicios para eventos y fomentar la creación de emprendimientos que puedan generar ingresos para las mujeres, y de esta manera fortalecer su independencia económica. Durante seis meses, un grupo de diez mujeres, muchas de ellas madres de los chicos que asisten al centro comunitario, recibieron capacitación en panificados y en comercialización. Lo que en un principio era sólo un taller para aprender a amasar y hornear, se convirtió en un espacio de contención y acompañamiento para las mujeres, “el único espacio que muchas tienen solo para ellas” como lo cuenta la profesora Belén, tallerista de panificados y fútbol callejero en Florecer. Al darse cuenta de esto, Belén, decidió dar un tiempo al inicio de la clase para que cada una pueda expresarse, contar lo que les ha pasado y “relajar, estar, y dejar todo afuera antes de empezar con las recetas”. “Algunas mujeres querían aprender para poder trabajar de los panificados, venderlos en la feria. Fue un golpe saber que no lo podían hacer en sus casas porque no tienen su espacio, sea porque está el esposo o con los hijos, y acá encontraron ese espacio” dice Belén y aclara que Florecer no sólo les dio la capacitación sino que actualmente, la cocina, el horno y los utensilios están abiertos para quienes quieran usarlos para sus pequeños emprendimientos. Hoy hay mujeres que van a la cocina de Florecer a producir panificados sea para vender o como productos para consumo familiar, lo que significa un ingreso o un ahorro en su economía. Una apuesta comunitaria   A través del fortalecimiento de capacidades, la generación de ingresos y la creación de redes de colaboración, esta iniciativa busca responder creativa y de manera comunitaria a la crisis. El Fondo de Pequeños Proyectos es una de nuestras herramientas para apoyar proyectos comunitarios en los que organizaciones como Florecer se consolidan internamente mientras impulsan acciones que promueven mejores condiciones de vida para las personas en las comunidades donde están presentes.

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El Meren: una radio para transformar el barrio

El club solidario “El Meren” es, desde hace más de quince años, un espacio de cuidado, contención y participación comunitaria para los habitantes del barrio Sol y Verde, ubicado en José C Paz, una localidad ubicada al oeste del Gran Buenos Aires. El club nació como un merendero, consolidándose como un punto de referencia para la comunidad que encuentra allí un lugar para compartir, formarse y ser escuchada. El meren cuenta con un espacio de contención y cuidado para infancias, actividades recreativas para niños, jóvenes y familias, y talleres lúdicos y de oficios para adultos. Además, grupos de acompañamiento al fortalecimiento de mujeres, de personas en situación de consumos problemáticos de sustancias, y de familiares y amigos que acompañan esta problemática. Este año, con el apoyo del Fondo de Pequeños Proyectos, el club solidario El Meren sumó a sus espacios una radio comunitaria, con la que promueven la participación de jóvenes y adultos del barrio para visibilizar las problemáticas que los atraviesan y generar redes de cuidado en comunidad. “La salida es comunitaria”   El Meren nació bajo el lema “La salida es comunitaria”. Ese espíritu solidario, que se reforzó durante la pandemia y se sigue haciendo fuerte en momentos de crisis, hoy impulsa nuevos proyectos pensados desde las necesidades concretas de la comunidad. Uno de los desafíos más profundos que enfrenta el barrio es el consumo problemático de sustancias, que afecta especialmente a adolescentes y jóvenes, pero también atraviesa a las familias en su conjunto. Frente a este contexto, surgió la propuesta de crear una radio comunitaria como un espacio de prevención, diálogo y formación. La idea no fue solo generar un medio de comunicación, sino construir un nuevo ámbito donde se puedan expresar voces que habitualmente no encuentran espacios, donde las personas puedan formarse y donde la comunidad pueda hablarle a la comunidad. Un proceso que fortalece vínculos   La radio comenzó a gestarse con la articulación de El Meren junto a la FM Tinkunako, una radio comunitaria con 25 años de trayectoria, que nació en el Centro Comunitario Belén, en el barrio San Atilio, también en José C Paz. Con su acompañamiento realizaron talleres de formación en radio e iniciación a la programación radial en los que participaron 30 personas de la comunidad. El meren tiene, también, un vínculo cercano con Vientos de Libertad- organización que trabaja por la recuperación de personas que atraviesan consumos problemáticos-, algunas de estas personas hacen su tratamiento ambulatorio en el club solidario. Varios de ellos están ahora al frente de proyectos radiales en Vientos del Sur y participaron de una jornada de intercambio en la radio comunitaria. Durante esta actividad, salieron al aire entrevistas entre quienes se ven atravesados por la problemática del consumo de sustancias psicoactivas. Una radio para la comunidad   El proyecto de radio no sólo apunta a brindar información o entretenimiento. Se trata de un espacio pensado desde la prevención y la salud comunitaria, con una mirada integral del bienestar, en el que es bienvenida cualquier persona que desee formar parte de este espacio. Para el festejo de su aniversario, el Club Solidario El Merendero realizó una actividad abierta en el barrio, donde se presentó la radio comunitaria y se invitó a participar a vecinos y personas de barrio Sol y Verde y alrededores. El proyecto de la radio, es también una apuesta a la formación para el empleo, ya que brinda herramientas técnicas y habilidades en comunicación que pueden ser una puerta de entrada al mundo laboral. Proyectar el futuro   Además de los talleres de formación, con el apoyo del FPP, El meren acondicionó un espacio dentro del club exclusivo para el estudio de radio, que planean seguir transformando para poder salir también vía streaming. El acondicionamiento de este espacio físico y tener un primer programa armado y al aire, permite darle continuidad al proyecto y facilitar la producción de contenidos en vivo, consolidando un espacio propio, y generando mayor apropiación y pertenencia por parte de quienes lo integran. Con la radio, El Meren reafirma su compromiso de construir comunidad desde el cuidado mutuo, la participación y el derecho a la palabra.

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