Por Obispa Marinez Bassotto, Obispa de la Diócesis Anglicana de Amazonía, Brasil.
Según el sitio web APIB (Articulación de Pueblos Indígenas de Brasil), el 26 de octubre hubo 37.777 casos confirmados de Covid-19 entre indígenas, 862 indígenas murieron y 158 es el número de personas indígenas afectadas por Covid-19 hasta la fecha. El estado con mayor número de indígenas contagiados y también el mayor número de muertes del Amazonas.
En las comunidades quilombolas de la región amazónica, según una investigación de la Universidad Federal de Amazonas (Ufam), la tasa de mortalidad de la enfermedad alcanza el 17%, mientras que el promedio mundial está entre el 0,9% y el 1,2%. Esto hace visible como el discurso irresponsable y el intento de minimizar las consecuencias del Covid-19, así como la falta de acción rápida, tienen un impacto directo en la vida de las comunidades más empobrecidas.
Los datos anteriores denotan un proceso de necrolítica (política de muerte) que apunta a matar simbólica y físicamente a poblaciones vulnerables. Por si fuera poco, nos encontramos ahora a las puertas del juicio de Marco Temporal por parte del STF.
Necesitamos más que nunca ser conscientes de que lo que está en juego es el reconocimiento o la negación del derecho a la tierra, que es el derecho más fundamental de los pueblos indígenas. Esta decisión tendrá un impacto en el futuro de cientos de poblaciones indígenas y puede dificultar aún más las demarcaciones, que son esenciales para la supervivencia de las poblaciones indígenas.
Abordamos este juicio sabiendo que el silencio, las ironías, la intención de minimizar las consecuencias de un juicio favorable a la tesis defendida por los ruralistas, se configuran en una estrategia sistemática de un gobierno que defiende la flexibilidad de las leyes y pasa por alto la violencia resultante como invasiones y actividades ilícitas, el acaparamiento de tierras, la minería y la tala en tierras ahora protegidas.
Como resultado de esta situación, el mundo está viendo cómo las llamas consumen parte del bosque que contiene la mayor diversidad biológica y cultural del planeta, así como la muerte de las poblaciones forestales.
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Como Iglesia cristiana, incrustada en este suelo amazónico, la Iglesia Episcopal Anglicana de Brasil, a través de la Diócesis Anglicana de Amazonía, repudia esta situación de muerte, denuncia todas las actitudes de irrespeto socioambiental, y busca testimoniar en palabras y obras la experiencia del amor y búsqueda la vida plena para todas las personas según el mandato de Cristo.
Por eso se solidariza con el dolor y sufrimiento de los pueblos de la Amazonía, siendo una presencia amiga y consoladora para las familias indígenas en duelo y para las comunidades en extrema vulnerabilidad. Y eso significa tener el coraje y la osadía de levantarse como voz profética en defensa de la vida y unir fuerzas para que se respeten los derechos de las poblaciones más vulnerables, así como acompañar a estas comunidades de manera amigable y solidaria.
Ocurrió durante el funeral de un liderazgo indígena que murió por complicaciones del Covid-19 en las afueras de Manaus. El señor Paulino, de la etnia Karapãna, era miembro de otra iglesia y sus pastores se negaron a asistir a su familia y a su funeral debido a la distancia, ya que su cuerpo tendría que ser trasladado a su aldea para ser enterrado allí. En medio de la selva, ocho horas de viaje por el Río Negro hasta llegar al Río Cuieiras.
Pero el hermano Luri Lima, anglicano de Manaos, lleno de ardor misionero, estaba listo para ir, a rezar con la familia del cacique fallecido, a consolarles y a ser signo de la presencia anglicana en ese lugar y en ese momento de tristeza. Encontrar y contemplar la vida divina en las profundidades de la realidad ,es una misión de esperanza, encomendada a anglicanas y anglicanos.
La presencia y misión de la Diócesis Anglicana de la Amazonía nos hace comprender que la Amazonía es una tierra de sufrimiento y redención. Estar con el pueblo de Dios es una experiencia de seguir a Cristo que carga con la cruz, y eso significa que debemos abrirnos, con Él, a todo tipo de sed que aflige hoy a la humanidad. Cristo es el alimento por excelencia, la respuesta a toda hambre y sed. Es el pan de vida que, saciando al hambriento, lo une y lo pone en comunión. Nadie pasa hambre junto a Jesús, quien nos llama y nos envía a los más pobres: “¡Denles de comer!” (Lucas 9, 13).
El 31 de agosto, la Comunidad Anglicana de Manaus, con la ayuda del Fondo Arzobispo de Canterbury, el intermediario del Servicio Anglicano de Diaconia (SADD) de la Iglesia Episcopal Anglicana de Brasil y el aporte logístico de la Diócesis Anglicana de Amazonía, realizó la entrega de canastas de alimentos básicos a familias indígenas de la capital de Amazonas que aún sufren los grandes impactos de la pandemia Covid-19.
Con esta acción social y misionera, la diaconía anglicana en Manaus pudo contemplar familias de cinco (5) comunidades indígenas de diferentes etnias: Asociación de Mujeres Indígenas del Alto Río Negro, Wotchimaücü (Tykuna), Parque Tribal (Tarumã), Comunidad Indígena Tarumã-Açú (Aldeia Gavião y Aldeia Yupurangá) y algunas familias indígenas que habitan la región de Rio Cuieiras.
La misión anglicana en la Amazonía implica el servicio de la fe y la promoción de la justicia; nunca uno sin el otro. La gente necesita comida, alojamiento, amor, verdad, relaciones, significado para sus vidas, promesa, esperanza. Los seres humanos necesitan un futuro en el que puedan garantizar su plena dignidad. Esto ya está en el corazón de la misión de Cristo, una misión que, como fue particularmente evidente en Su ministerio de curación, fue siempre más que física. Nuestra misión de anglicanas y anglicanos en el corazón del Amazonas encuentra su inspiración en este ministerio de Jesús.
Siguiendo a Jesús, nos sentimos llamadas y llamados no solo a llevar ayuda directa a las personas que sufren, sino también a restaurar la integridad de las personas, reincorporarlas a la comunidad y ofrecer apoyo pastoral. Es aquí donde, con la ayuda de la gracia y poniendo en acción todas nuestras capacidades, dones y talentos disponibles, buscamos ofrecernos totalmente, a Dios, para su mayor servicio.
* Esta reflexión parte de la iniciativa Diálogo Ecuménico e Interreligioso por la Amazonía, coordinada por Koinonia y CREAS, que tiene como objetivo fortalecer procesos ecuménicos e interreligiosos por la dignidad humana en Brasil, Bolivia, Colombia y Perú, promoviendo análisis y acciones articuladas, para este fin.