Desde el momento en el que nos encontramos de distintas maneras con el mensaje del evangelio estamos teniendo permanentemente frente a nosotros un montón de temas y situaciones que nos exceden y que no siempre podemos manejar o comprender.
El egoísmo, el poder, el dinero, la competencia, la agresión y otras actitudes y sentimientos que consideramos inherentes al ser humano son inculcados y fomentados por nuestra cultura patriarcal. Estas son actitudes, sentimientos y acciones sistemáticamente desestimados por la Buena Nueva de Dios. Y en el eje de la estrategia de Dios para recuperar la verdadera humanidad está la resurrección de Jesucristo.
En el principio todo era un caos, todo mezclado y revuelto. Dios toma la iniciativa y hace de este caos la vida. Vida que quiso que fuera plena, conciente, creativa; e hizo a la humanidad. Tan plena quiso Dios que fuera la vida que les hizo parecido a sí mismo. Pero todas estas potencialidades, todas estas posibilidades fueron usadas por los seres humanos para querer ser como Dios. Para dejarlo de lado y ponerse en su lugar… y así empezó nuestra historia.
Pero Dios no se rinde fácilmente. Y así vino el diluvio, el llamado y pacto con Abraham, el éxodo, la tierra prometida, los profetas, muchos movimientos buscando la vuelta a Dios, Juan el Bautista, etc. Finalmente, Dios en Jesucristo decidió actuar personalmente.
Por eso, dice el Apóstol Pablo:
…Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que es sobre todo nombre; para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra;
Esto es la resurrección: Dios mismo presente y actuando en nuestra historia social, comunitaria y personal para que tengamos la oportunidad de reconciliarnos con él y para que, de una vez para siempre, vivamos en plenitud nuestra humanidad en justicia, paz y amor.
Daniel Favaro – Pascua 2021
